Monday, 1 January 2024

Fracaso

 El final de la vigésima octava Conferencia de las Partes (cop 28) sobre cambio climático en los Emiratos Árabes Unidos sólo hubiera sido peor si negaran la existencia de este cambio, cualesquiera que sea su causa, natural o humana.


El mal agüero, la mala sangre o las malas intenciones estaban allí desde el principio de la cop 28. Que esta se haya llevado a cabo en los Emiratos Árabes Unidos, un país cuya riqueza se deriva de la explotación petrolera, que el presidente de la cop 28 sea, el sultán —el mismo título implica decisiones arbitrarias—Al-Jaber, Secretario de Industria y Tecnología Avanzada, presidente de la Compañía Nacional de Petróleo Abu Dabi y enviado especial de los Emiratos para el cambio climático no da lugar a grandes expectativas por la salud del planeta. La presidencia fue entre confusa y oximorónica, el resultado fue desastroso. Esperar otro resultado sería pedir peras al olmo.


Como lo mencionaron las organizaciones de la sociedad civil presentes en el evento, la influencia y peso de las compañías y países extractores de petróleo se hizo sentir. Por cierto, en la cobertura nacional e internacional, nuestro país pasó sin pena ni gloria.


Hay analistas que consideran que la sola mención de combustibles fósiles en el acuerdo final de la cop 28 es una victoria, como lo es una mayor inversión en energías alternativas —que poco harán por avanzar un proceso democrático y sustentable si estas energías no se generan de forma descentralizada. También ganó la extracción de petróleo, no se logró un lenguaje que conduzca a su desaparición mucho antes de que se agoten los combustibles fósiles. También ganaron victorias pírricas los representantes de la agroindustria incluyendo la de ganado vacuno y los de la industria de captura de carbono. Esta última cree que las consecuencias de la liberación de gases de efecto invernadero derivados del uso combustibles fósiles puede ser neutralizada con la captura de carbono con tecnologías aún sin probar a escala piloto o industrial.


¿Quienes perdieron? Perdimos todos. Si no reducimos y eliminamos la extracción y uso de combustibles fósiles, aumentaremos la temperatura global más de 1.5 C, la meta que suponemos puede minimizar los daños del cambio climático. Para los países islas que ya se inundan, aún con el límite de 1.5 C, cualquier aumento mayor en la temperatura los condena a su desaparición como países y culturas. A pesar de haber registrado las temperaturas más altas en el registro planetario existente, los promotores de los gases de efecto invernadero, las industrias de extracción y uso de combustibles fósiles y del ganado vacuno— todos emanamos estos gases—no aceptaron o promovieron cambios en las formas en que trabajan como la forma más importante de combatir el cambio climático.


Perdieron los países más pobres y con las menores emanaciones de gases de efecto invernadero. El siempre prometido dinero de compensación y transición a una economía sin combustibles fósiles no acaba de llegar. La salud, cultura y su desarrollo de estos países se ven comprometidos por las palabras sin acciones por parte de los principales países extractores de combustibles fósiles.


Pierden las generaciones más jóvenes, si seguimos como estamos los veranos serán cada vez más calientes, las sequías más prolongadas, los océanos más calientes, los eventos climáticos (huracanes, nevadas, inundaciones, incendios) cada vez más extremos. Junto con las nuevas generaciones queda lo que hace al mundo nuestro mundo, la diversidad biológica. Seres vivos a los que les modificamos y reducimos su entorno. Competimos con ellos por recursos como espacio, nutrientes o agua obligándolos a competir con nosotros y entre ellos. Esta competencia origina enfermedades emergentes, como lo fue la COVID-19.


También perdió la realidad producto de la ciencia. El negar o minimizar que el cambio climático es consecuencia de la quema de combustibles fósiles es negar la evidencia de que somos el problema y  que la solución son las energías alternativas y el desarrollo sustentable.


Una vez más México no da muestras de moverse entusiasmado hacia una economía sin combustibles fósiles. Nuestro gobierno actual ,y los que vienen, sin importar su sabor político, no han siquiera mencionado esta necesaria transición necesaria, no sólo por los riesgos del cambio, sino porque los combustibles fósiles se acabarán y algo diferente deberemos usar para energizar nuestra economía 


Sendos retos nos quedan para mantener al planeta y a la especie vivos.

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