Thursday 24 June 2021

Siglo xxi: Drones y Clones

Hemos vivido ya una quinta parte del siglo xxi, podemos diferenciar la tecnología y los descubrimientos que se quedaron en él sigo xx de aquellos que aún nos acompañan o se han desarrollado en este siglo. Hablemos de drones y clones, de percepción remota y biotecnología, de calentamiento global y sustentabilidad.

La conversación tiene un gran comienzo. Naief Yehya (NY) abre con Mundo Dron, Breve historia ciberpunk de las máquinas asesinas de la colección Debate de Penguin Random House. Yeyha construye a través de su trabajo de crítico e historiador del cine, investigación literaria y una gran perspectiva una narrativa de como llegamos al mundo de hoy.


Para concordar con la tesis de NY debemos suponer que los drones de uso militar son aceptados por la sociedad —occidental y judeo-cristiana— gracias a la aparición en el cine de las películas de Blade Runner, Alien y Terminator. La tesis se sostiene, el cine forma y define realidades. Sin embargo, NY nos deja entre espejos confrontados, se reflejan al infinito, pero no analizan el dilema de creación de la realidad: Somos, en parte, las películas que vemos, pero la realidad es más rica que sus películas. ¿Qué realidad debemos crear y aceptar?


Así como podemos crear un Mundo Dron, también podemos asomarnos a Hasta el fin del mundo (1991) de Wim Wenders, donde la percepción remota es vigilante ambiental.Vivimos el contraste de una cultura de vida y una de muerte Construir cualquiera de las dos realidades es posible. ¿Cuál es la deseable y para quién?


A finales del siglo xx la biotecnología empezó a producir clones, organismos que son copias genéticas idénticas a su madre. La industria quería utilizar a los clones como fábricas vivas de medicamentos y vacunas. Dolly, la oveja clonada murió y con ella esa industria. En lugar de clones tenemos fábricas que con  bacterias, hongos y virus producen medicamentos y vacunas, con ganancias gigantescas.


Nuestra imaginación, inspirada por el Frankenstein de Mary Shelley—citado diestramente por NY en su libro, dió rienda suelta a clones en la literatura y el cine. Los clones, seres extraños pero jamás únicos.


La historia natural del siglo xix que contemplaba, amaba y describía a la naturaleza se convirtió en las ciencias de ecología, fisiología y evolución en el siglo xx, en donde el organismo y su entorno son sujetos experimentales. En el siglo xxi la biología es una empresa reduccionista argumentado que la explicación a nivel molecular es suficiente para entender procesos desde  intracelulares hasta las adaptaciones de los organismos al cambio climático. Esta respuesta se queda corta.


La civilización occidental has desarrollado herramientas y técnicas que pueden usarse para crear o para destruir; para privilegiar a pocos o beneficiar a muchos, siempre acompañadas de una religión o filosofía que las cree y justifique.


Los clones y los drones, nuestras herramientas y tecnologías son espadas de dos filos. El filo utilizado depende de quién sostiene la espada;  quien sostiene la espada ha llegado hasta allí no sólo por sus genes, también por el ambiente que lo formó.


En la educación occidental mantenemos —apenas— el espíritu jónico de Parménides done la mejor alabanza es la crítica y la realidad se sobrepone a la percepción. Esta actitud nos ha permitido condenar el uso abusivo de herramientas y tecnologías y desarrollarlas.


También creamos arte, literatura y cine (ficticio o documental) qué, como lo demuestra NY, juegan un papel importante en nuestro entendimiento y expectativa de lo que puede y debe ser. ¿Queremos un mundo verde y  sustentable con tecnologías apropiadas o uno apocalíptico de replicantes, tecnologías opresivas y  sin democracia?


Cada vez hay menos razones para un mundo centralizado. Tenemos tecnologías para generar energía en casa, capturar agua de lluvia y tratar nuestras aguas residuales. La pandemia liberó tráfico al forzarnos a trabajar desde casa, reduciendo la contaminación. Sin embargo, trabajadores esenciales y los que viven al día no pudieron escapar de la pandemia.


Escapar del Mundo Dron no será fácil, pero debemos evitar que la muerte caiga del cielo en cualquier momento, la realidad de que tu vida está manos de alguien a miles de kilómetros cuya salud mental nadie puede garantizar .Si permitimos ese mundo, todo el planeta esta condenado.


Mis pocos lectores sabrán qué no soy pesimista, planteo soluciones, idealistas tal vez, pero soluciones que nos lleven a un mundo sustentable y abierto. El Mundo Dron es sólo otro reto. 

Thursday 10 June 2021

¿Agenda Verde?




¿Dónde quedó la agenda verde mexicana? No apareció en la campaña electoral, no apareció en las boletas validas o anuladas; no creo que aparezca en los discursos de ganadores, perdedores o de aquellos partidos que perdieron el registro. Del único partido que no me sorprende que no hable del futuro ambiental sustentable de México es del Partido Verde Ecologista de México (PVEM). Julio Hernández en su columna “Astillero” en La Jornada lo llama el partido de las cuatro mentiras, concuerdo con su análisis.

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Mi experiencia más cercana con el PVEM fue su intento de aprobar en las cámaras y hacer promulgar la Ley General de Biodiversidad. La promotora principal de esta ley fue Ninfa Salinas Sada, hija de Raúl Salinas Pliego, el dueño de TV Azteca y de tiendas agiotistas. Ninfa es mercadóloga por la Universidad Anáhuac, fue senadora por el PVEM en la 63 Legislatura; legislatura en la que presidió la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales. Su propuesta de Ley quedó atorada en las comisiones de la Cámara de Diputados por razones técnicas. Esta propuesta no defendía ni promovía la biodiversidad, ni aseguraba el bienestar y respeto de sus dueños, los pueblos originarios de México. Al contrario, quitaba protección a muchas especies con trucos legaloides y promovía la explotación comercial de los recursos con poca o nula garantía de su sustentabilidad. Difícil entender cómo una propuesta así pudo haber salido de ese partido si nos guiamos por su nombre pero no si nos fijamos en su forma de actuar. El PVEM en raras ocasiones actúa solo y siempre se alía con quien cree le va a garantizar los votos que le permitan mantenerse dentro de la clase política. Esa no tan nueva clase de mexicanos que vive de nuestros impuestos y está incrustada en el Instituto Nacional Electoral (INE), el Tribunal Federal del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y sus contrapartes estatales, así como los oficiales electos y la burocracia de todos los partidos. Es una clase corruptora y corruptible. Tengo la sospecha de que quienes estuvieran interesados en explotar la biodiversidad mexicana pudieron convencer a Ninfa —miembro ilustre de la clase política—por cualquier medio, de las inexistentes bondades de la Ley General de Biodiversidad.


La clase política no tiene aspiraciones ni ideas o deseos de promover una agenda que incorpore el desarrollo, la protección al ambiente o el respeto a los pueblos originarios. Tampoco está interesada en liberarnos del yugo de la economía del petróleo, un recurso que está destinado a acabarse y, si no nos cuidamos y legislamos  a asfixiarnos con el colapso económico, el cambio climático y sus consecuencias sobre el medio ambiente y nuestras forma de vida.


Debemos cambiar leyes, políticas, normas y, sobre todo y antes que nada, nuestra forma de vivir. Debemos buscan dónde incidir en ese cambio. Debemos buscar los aliados que nos lleven a esa nueva forma de vida. El lugar más cercano que tenemos es nuestra casa y nuestro estilo de vida. Nos toca reflexionar sobre nuestros patrones de consumo y de vida y decidir que podemos hacer para disminuir nuestro impacto en el planeta, nuestros compañeros vivos en este planeta y las personas, cercanas o lejanas de las que recibimos los bienes que recogen de la naturaleza. ¿Va nuestra vida hacia una forma más sustentable de vida? ¿Qué cambios, grandes o pequeños, puedo hacer para acercarnos a la sustentabilidad?

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Creo que hay dos niveles inmediatos, fuera de nuestra casa, donde podemos incidir para instaurar una agenda verde. La más fácil de estas es formar parte o fundar una Organización de la Sociedad Civil (OSC, antes AC y luego ONG). Un grupo de amigos con una idea en común que busca mejorar la sociedad y el mundo es una OSC. Si se constituyen formalmente, si se vuelven donatarias, o si se vuelven famosos, es parte un acto consciente, parte oportunidad y parte suerte.  Es importante promover y ser el cambio. Pertenecer a una OSC no es enviar dinero o firmar desde tu dispositivo electrónico a favor de una causa. 


Como ciudadanos nos toca cambiara a la política y los políticos. Hablé de la terrible clase política que nos controla. Aún así debemos incidir, antes que nada, sobre nuestro territorio, empecemos cambiando el municipio. Hagámoslo nuestro, aspiremos a usar nuestro voto hacia la sustentabilidad. 


Puedes desde tu vocación, oficio o profesión hacer los pequeños cambios que nos lleven a la sustentabilidad. No sucederá si esperas que otros lo hagan por ti.


La Agenda Verde eres tú.