Tuesday 21 May 2019

¿Opción al cambio?


La última evaluación sobre la biodiversidad y los servicios ecosistémicos de la Plataforma Intergubernamental de Políticas Científicas sobre la Biodiversidad y los Servicios Ecosistémicos (IPBS por sus siglas en Inglés) de la Organización de las Naciones Unidas advierte de la posible extinción de un millón de especies en los próximos años y del riesgo de disminución o desaparición de los servicios ecosistémicos.

Estas especies se conforman en cadenas alimentarias y conforman ecosistemas que nos proveen de los servicios ecosistémicos que recibimos, como aire y agua puros, suelos, lluvias, estaciones del año, control natural de la temperatura, pesca, polinizadores y los frutos producto de su trabajo indómito, papel, paisajes, textiles, medicinas, control de enfermedades, colorantes naturales y hasta las substancias recreativas (legales o no) que consumimos con ahínco.

No es difícil encontrar las amenazas a la supervivencia de la vida en el planeta: nuestro consumo desmesurado de recursos naturales renovables. Un recurso es un bien que está limitado en su oferta, por lo que su uso genera competencia y eficiencia en los usuarios, mismos procesos que han dado origen a la evolución de vida, su manifestación es la biodiversidad que conforma al planeta. Las dos competencias más importantes de la especie humana con el resto de la naturaleza son por espacio y fotosíntesis.

La mayoría de la vida en el planeta depende de la transformación de la energía solar en materia vegetal a través de la fotosíntesis, y el resto depende indirectamente de este proceso. Sabemos que los humanos usamos cuando menos el 60% de la fotosíntesis planetaria, tanto en los productos que usamos para alimentarnos, vestirnos y resguardarnos, como al alimentarnos de animales que se consumen fitoplankton, algas o plantas terrestres.

La tendencia de las poblaciones humanas es concentrarse en ciudades, abandonando el campo.  El crecimiento urbano destruye el espacio natural sobre el que crece, ninguna cantidad de áreas verdes resarcirá la pérdida. También destruimos áreas naturales para cubrir nuestras necesidades de energía, viviendas y alimento. Cada vez más obtenemos alimento a través de plantíos, granjas e instalaciones acuícolas, siempre más tecnificados. Consumimos cada vez más de menos especies. La razón es el predominio de grandes empresas y sus ganancias. Estamos en competencia permanente con el resto de la naturaleza y nuestra victoria es más bien una derrota.

El otro monstruo inminente causa de la crisis es el Cambio Climático. Las economías capitalistas y de planificación central se han desarrollado utilizando combustibles fósiles liberados de las entrañas del planeta. Por diversos medios de combustión los hemos degradado a CO2. La concentración de este gas, esencial en la atmósfera para regular la temperatura planetaria, aumenta. En consecuencia aumenta la temperatura de la atmósfera y la del océano. En consecuencia disminuye la velocidad de la circulación oceánica.

La suma de la competencia por espacio y fotosíntesis y el cambio climático está alterando la vida silvestre y la humana, el funcionamiento de los ecosistemas y sus servicios. Sin acciones efectivas para capturar y disminuir el CO2, el planeta será inhabitable. A excepción de microorganismos de vida corta, son pocas las especies que cuentan con los tiempos generacionales necesarios para adaptarse. 

Esta crisis planetaria no debe ser despreciada como un complot chino, ni relegada a las oximorónicas Fake News. Ignorarla en el Plan Nacional de Desarrollo no nos exime de culpa o responsabilidad. Con o sin políticas internacionales, nacionales o regionales la amenaza a los ecosistemas y especies está allí y allí seguirá si no actuamos en consecuencia. La “salvación” del mundo no vendrá de una persona o institución, sino de los granos de arena que todos pongamos cuanto antes. Los tomadores de decisiones, empresarios o políticos, deben poner el ejemplo siguiendo nuestros pasos. 

En estas elecciones estatales y municipales de 2019 no he visto a un sólo partido o incluyendo al autoproclamado Partido Verde Ecologista de México, promover en sus campañas un asomo de política preocupada por el medio ambiente. No tengo por quien votar. 

Además, pido que se encuentre y castigue a los culpables intelectuales y materiales de los asesinatos de Miroslava Breach y Javier Valdéz y el secuestro de los 43 normalistas de Ayotzinapa. ¡Viva la Comisión de la Verdad! Que beba Mexicali, dejemos a Constellation sin agua.