Saturday 18 March 2023

Cambio necesario e incómodo

New Statesman 
La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República anunció un cambio de los gobiernos de derecha hacia otro rumbo. Esbozábamos dos interrogantes basadas un poco en nuestras esperanzas de una vida mejor para todos y otro poco en las acciones que en su papel de opositor de Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal nos demostraron cómo se comporta como figura pública: ¿dónde y cómo sería el cambio?

El cambio está presente en todos lados, imposible evitarlo o no presenciarlo. Para algunos, me incluyo, ha sido un cambio diferente al que nuestras esperanzas de una sociedad más abierta suponían y esperaban. Lo que tampoco era aceptable era quedarnos como estábamos. Sin cambios no avanzamos como sociedad, con cambios sin consenso no hay ni seguimiento ni consecuencias positivas.


Las desigualdades forjadas a través de siglos de explotación no han desaparecido ni, supongo, desaparecerán de un plumazo (o dos) en sólo seis años. Se requiere de cambios estructurales analíticos, realistas y presupuestados. Además debe convencer a los privilegiados que no pierden derechos, ceden privilegios que se apropiaron.


Paradójicamente algunos de estos cambios no aumentan la participación ni abren la sociedad. La ayuda asistencial se vuelve compra de simpatías y votos sin cambiar de raíz la disparidad extrema de nuestra sociedad. Gabriel Zaid ha propuesto ayudar a la creación de talleres caseros para ayudar romper el círculo de la pobreza. Es necesario que las dádivas, los préstamos o los productos del trabajo artesanal, circulen en las economías locales y apoyen a las comunidades. Utilizar la ayuda asistencial para gastar en grandes locales comerciales no crece la economía de abajo, al contrario, redirecciona las dádivas hacia los grandes capitales. Si la asistencia no se queda en las comunidades ni cambiará la estructura económica ni combatirá la pobreza.

Simon & Schuster

¿A quién ha servido el cambio? Las dádivas sin sabor comunitario se convierten en populismos adorados por la opositara demostrar la oquedad de la propuesta de cambio.


Una de las primeras lecciones aprendidas por los ciudadanos sobre Morena en el poder fue que los funcionarios ya no son activistas y que no estaban cumpliendo sus promesas o realizando sus tareas de funcionarios. La tarea como activista es reclamar desde la trinchera por un mundo mejor. La del funcionario es sentarte en una oficina de gobierno y, aún con las mejores intenciones y un presupuesto limitado, e resolver conflictos de intereses sin traicionar principios, o cuando menos saber cuándo, dónde y porque comprometerlos.


Hay dos labores más cercanas a mi experiencia donde critico la dirección y la finalidad de los cambios en curso. La más reciente es la propuesta de la Ley general en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnología e Innovación. Las personas que nos dedicamos a la ciencia la hemos leído con cuidado y críticamente. Leer críticamente no es sólo despotricar contra el texto y quienes lo construyeron; es analizar y encontrar méritos y fallas y, sobre todo, proponer alternativas que mejoren la Ley y la ayuden a cumplir su mandato constitucional de entregar los productos del derecho a la ciencia a los mexicanos.


The Victorian Web
Los científicos, ingenieros, tecnólogos y humanistas somos privilegiados por nuestra formación. Esta formación y nuestra función como servidores públicos llevan responsabilidades claras hacia nuestro empleador, el pueblo mexicano. Somos responsables ante la sociedad de usar nuestro conocimiento para beneficio de todos. Lo más indicado no es cumplir un capricho gubernamental, como cuando se nos pidió investigar porque se caen las partes de las paletas Payaso o desarrollar una vacuna sin los medios necesarios.


También sabemos cuáles son, y exigimos, las mejores condiciones de trabajo para cumplir con el mandato de la Ley. Si la Ley no garantiza estas condicionesy los recursos necesarios para desempeñarnos eficientemente, nuestros conocimientos son inútiles e improductivos.


Mi otra labor, además de la ciencia, es como servidor público involucrado en la conservación, trabajando con una u otra área de la SEMARNAT. No percibo en ella una línea que nos lleve al uso sustentable de los recursos, la conservación de la biodiversidad o el desarrollo sustentable. Veo retórica sin relación con la realidad de nuestra naturaleza y sus habitantes y proyectos, como Sembrando Vida,  que destruye el entorno y es de uso limitado. Pocos lugares tienen agua suficiente para un huerto familiar que pueda vender excedentes.






¿Nos importa el sargazo?

 

Research Gate
Aparecen dos números de La Jornada Ecológica, uno en marzo otro en abril 2023, sobre el sargazo en el Caribe mexicano y el Golfo de México. Son producto de una colaboración con Eduardo Peters del Consorcio de Investigación del Golfo de México (CIGoM), asentados en el cicese. Invitamos a una variedad de expertos en detección, modelado, ecología y patología del sargazo a que nos educaran sobre el problema. También invitamos a aquellos que buscan soluciones a este problema que llegó para quedarse. 


Laboratorio Oceanografía óptica
El Caribe mexicano es el lugar de la República Mexicana más alejado posible de Baja California. ¿Por qué nos debe importar el problema? Hay razones económicas. El turismo de playa es la actividad económica más importante de esa región y una fuente significativa de ingresos en moneda extranjera para México. Las playas llenas de sargazo alejan al turismo y son fuentes de contaminación y enfermedades. Además, el sargazo acumulado promueve la erosión de las playas, disminuyendo su valor como destino turístico. 


Más importante para Función y Forma y —supongo— el resto del país, esta invasión de sargazo es una manifestación concreta y perenne de como el cambio climático altera nuestras vidas. Es, ahora que nos afecta, paradójicamente, una inspiración para investigar sus causas y consecuencias. Es también razón para evaluar, inventar e incorporar soluciones al problema, integrándolas como una economía sustentable y circular. 

Getty Images


Ni los centros de investigación, ni las diferentes Secretarías federales, ni los Estados, ni los municipios, ni la industria turística tienen la capacidad económica y conocimientos suficientes para estudiar y resolver el problema. Hay que reconocer los esfuerzos de CONACyT para crear una fuerza de trabajo para lidiar con este problema que afecta a todos. 


Sirva esta alianza multi-institucional como ejemplo de la mejor forma de prevenir, resolver o mitigar los nuevos problemas que el cambio global traerá a nuestro país a lo largo del siglo xxi.


Saturday 4 March 2023

Ciencias y Humanidades




La Ley general en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnología e Innovación continua su camino legislativo, será aprobada. No será un cambio a la Constitución, en la peor de las tradiciones legislativas mexicanas, será aprobada acaso con cambios triviales e inconsecuentes, sin disfrutar de los resultados de una lectura rigurosa y crítica del texto en comisiones. Sin la consulta a los afectados directamente: humanistas, científicos, ingenieros e innovadores, de los cuales pueden salir mejoras que promuevan el derecho a los productos humanistas y científicos garantizados por esta Ley para todos los mexicanos.

Son muchos los problemas que la Ley general en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnología e Innovación presenta para cumplir su cometido. Desde la asociación de académicos del CICESE, APACICESE, a la cual pertenezco, ya expresamos nuestra inconformidad con la alta posibilidad de que todos los trabajadores de los Centros Públicos de Investigación quedemos en el apartado B del Artículo 123 constitucional como empleados de confianza. Esto nos deja sin seguridad en la continuidad laboral. Sin esta garantías mínima de continuidad laboral es imposible realizar investigación de largo plazo y dirigir tesis de posgrado.


A pesar del tratamiento simplista de una proliferación de ciencia —y científicos— neoliberales en México, la mayoría de los que nos dedicamos a estas tareas no lo hacemos como negocio o para servir a transnacionales innombrables. Lo hacemos no sólo porque creemos, sabemos que México tiene riqueza de recursos y talentos subaprovechados. Nuestros esfuerzos de trabajo se dirigen al mejor aprovechamiento sustentable de recursos.


Esta ley centraliza los temas de investigación y la toma de decisiones al compás del gobierno en turno lo que es  poco eficiente y no usa eficazmente nuestros talentos. Digamos que queremos resolver el problema del sargazo en el Caribe mexicano o la seguridad en las minas, o las inundaciones de Tijuana y Ensenada, o —como en épocas de Fox— la caída de las partes de las paletas Payaso. No es necesario convocar a todos los humanistas, científicos, ingenieros e innovadores mexicanos para resolver el problema. Habrá quienes estén capacitados y quienes puedan hacer propuestas para resolverlos. El resto nos podemos dedicar a lo que sabemos usar. Lo contrario desperdicia recursos.


Cuestiono si la Ley general en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnología e Innovación promueve el diálogo, el entendimiento y el crecimiento de las humanidades, las ciencias y sus aplicaciones si no garantiza cuando menos el 1% del PIB. La cultura creada con estos conocimientos y sus aplicaciones para el disfrute de los mexicanos no es un gasto frívolo o el privilegio de unos cuantos. Es una inversión que reditúa en bienestar y desarrollo sustentable.


Hemos aprendido que la economía, la planificación y la toma de decisiones centralizadas promueven la corrupción, el rezago económico y el bienestar de quienes sufren esta forma de vivir. Las doctrinas genéticas de Lysenko en la URSS Estalinista fueron una causa del fracaso agrícola y la hambruna consecuente. Evitémonos la pena histórica de un error similar y discutamos franca y horizontalmente cómo resolver nuestros problemas de desigualdad.


Cerré mi última columna diciendo:


“La relación entre las humanidades, las ciencias y las ingenierías es tensa. Ninguna tiene toda la verdad o todas las soluciones. Tienen necesidades e intereses diferentes y presupuestos que nunca alcanzan. Unificarlas con una ley es forzar una relación que no remedia las discriminaciones percibidas. Necesitamos un diálogo abierto, público y permanente que nos permita crecer.”


La ciencia calificada con adjetivos maniqueos, como lo es acusarla de neoliberal,  cierra el diálogo entre las diferentes formas del conocimiento que han construido nuestras culturas. Al igual que las humanidades, las artes y las ingenierías, las ciencias son los conocimientos más compartidos y consensuales que tenemos. Debemos continuar con el desarrollo independiente de estas formas de conocimiento, abriéndonos a los diálogos cuando surjan problemas éticos o se quieran imponer dogmas por arriba de las hipótesis, la experimentación científica y las mentes críticas, creadoras y constructivas.


Debemos mantener un diálogo abierto y de aceptación de las diferencias en la forma de generar y entender el conocimiento, diálogo que nos permita crecer y desarrollar mejores entendimientos del mundo y llegar el desarrollo sustentable.