Según el diccionario Oxford Languages la semiótica es la ciencia que estudia los diferentes sistemas de signos que permiten la comunicación entre individuos, de producción, de funcionamiento y de recepción. Nota al margen, la definición de semiótica o semiología del la Real Academia es escueta y poco informativa: estudios de los signos en la vida social. ¿Qué tiene que ver la semiótica con los nombres que damos a las cosas, a las plantas, a los animales y con el Pichihuihui?
Nombrar para conocer y poseer es una acción casi exclusiva a nuestra especie; ahora sabemos que los delfines comunes tienen nombres propios —silbidos— para identificar a sus conespecíficos.
El Pichihuihui piquirrojo es un ave inexistente. Dar un nombre a un ser ficticio no carece de sentido. Todas los cuentos y todas las novelas son prueba de la utilidad de los personajes ficticios; enriquecen nuestra vida y nos ayudan a entender y cambiar nuestra realidad. Que siga la aventura semiótica de nuestro protagonista, el Pichihuihui piquirrojo.
Se lee en Génesis 2:19-20 …y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes ese es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo el ganado del campo;… . Como especie nos obsesionamos por que todo lo que vemos, encontramos o poseemos tenga un nombre —y que todo quede en su lugar. Nombrar nos da la sensación, muchas veces falsa, de que conocemos algo mejor, que lo poseemos y que ejercemos control sobre aquello nombrado.
Esta necesidad y gusto de poner nombre a una planta, un animal, cualquier otro ser vivo un virus o cualquier otra cosa. puede llegar a ser una obsesión y una causa de conflicto entre las personas. Ha sido razón de guerras étnicas y religiosas y ha creado conflictos irreconciliables entre taxónomos —aquellos que dan los nombres oficiales a las especies— y también entre otros biólogos.
En la biología usamos una convención internacional de nombrar a cada especie con un binomio en latín. Por ejemplo el águila que aparece en la bandera de México lleva el nombre científico de Aquila chrysaetos. La primera parte del nombre, Aquila, nos indica el género al que pertenece. Los géneros están formados por especies con características comunes provenientes de un ancestro común. El género nos permite agrupar especies por sus afinidades evolutivas. La segunda parte del binomio es reflejo de las características que diferencia a la especie de sus congéneres. Aquila chrysaetos en Español es águila dorada y así se conoce en los países de habla hispana donde habita, España y América.
El binomio latino garantiza que, sin ambigüedad, cualquier persona pueda identificar a la especie nombrada y comunicarse sobre ella. La química también tiene una convención internacional para nombrar a los elementos. Cuando escribimos H2O sabemos que se trata de una molécula compuesta por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. El nombre en Español es agua, poco nos dice de su composición química.
Los binomios usados para nombrar plantas y animales son aprobados por grupos de expertos que establecen reglas para proponer y aprobar nombres. Es parte de la regla de nombrar especies que se deben escribir en letra cursiva (itálica en la iglesia de Bill Gates y Microsoft) o, cuando menos subrayada para indicar que es letra cursiva. Los binomios latinos para designar especies inequívocamente, en ocasiones se pueden nombrar para honrar a alguien.
Al Pichihuihui piquirrojo aún no le otorgo un binomio latino, también ficticio. Aprendamos de quien se trata.
¿El Pichihuihui piquirrojo? Escribamos su historia. Vive en unas pocas jollas, cercanas unas de otras, en unas cuantas montañas del eje neovolcánico. El nombre de pichihuihui nos da un aire de especie conocida por los habitantes de la región. Al imaginar esta ave me dejé llevar por el sonido del nombre y su aliteración —dice la Real Academia que la aliteración es la repetición de sonidos en un verso o en un enunciado con fines expresivos. Piquirrojo nos indica que una característica que lo identifica es el color de su pico. Cómo en muchas otras aves, la hembra tiene un plumaje más apagado y un pico menos brillante que el macho.
Los binomios latinos para designar especies inequívocamente, en ocasiones se pueden nombrar para honrar a alguien. El Pichihuhui piquirrojo está asociado por los habitantes de la región como el ave que llega con las lluvias. Cómo en una de las lenguas del eje neovolcánico, la flor de la primera lluvia es Xanic el género asignado es Xanica.
Como la persona ficticia que primero reportó esta ave para la ciencia disfrutaba de actividades recreativas digeribles propias de la región, la especie acabó siendo Xanica sabinae.
Los estudiosos de aves de países angloparlantes han decidido que además del binomio latino, cada especie debe tener un nombre común. ¿Razonable? Si, si te causa problemas usar el nombre latín y quieres que la comunicación entre cualquier persona angloparlante que estudie o disfrute de las aves se comunique con otra persona angloparlante. No, si te merece respeto el conocimiento la culturas y la historia locales, actualmente tan alabados, pero no necesariamente respetados. Mantener los nombres locales nos ayuda a comprender la visión local de la población humana de su ambiente, a entender sus necesidades y su pasado, y a formar su futuro.
Existe ya en México una lista oficial de nombres comunes —publicada por la conabio y a nuestra disposición en “la red”— que se espera que usemos todos. ¿Quiénes son todos? Todos somos quienes nos dedicamos a la ornitología (estudio de las aves), pero tenemos los binomios latinos convencionales aceptados internacionalmente. Las otras personas que no usan los binomios latinos son aficionadas a las aves, o simplemente interesadas en ellas que posiblemente usan los nombres locales. Si no conocen los nombres y tienen acceso a la red van a tropezarse con la lista oficial. Para poder usar la lista oficial es necesario haber identificado al ave ¡y conocer el binomio latino! para poder llegar al “nombre común” oficial. Si para llegar a el necesitas el binomio latino, es redundante usar un segundo nombre, en realidad poco común, de un ave que ya sabes como se llama.
Quien usa el nombre de la lista oficial y quiere promoverlo debe convencer a quienes usan los nombres locales que la verdad oficial es mejor que la de las otras personas y que el conocimiento e historia locales son menos importantes que el usar un nombre común a pesar del conocimiento local.
El Pichihuihui piquirrojo no está solo, hay especies cercanas geográfica y evolutivamente. En otro valle a unos 200 km vive el Pichihuihui albifronte, no tiene un pico tan llamativo, pero si la frente blanca. Fue descubierto después del piquirrojo, estudios genéticos recientes apuntan a que la especie del piquirrojo surge por por de una aislada de una población de albifronte. Su binomio latino es Xanica albifrons.
El Pichihuihui pardo (Xanica obscura) fue descubierto en un valle cercano más bajo que las jollas en las que fue descubierto el piquirrojo. En las aves que primero se observaron los colores no son tan llamativos como los del piquirrojo. Se postuló que estos colores crípticos pudieran ser derivados de un camuflaje para prevenir la depredación. La especie se describió a partir de observaciones en la época reproductiva, donde dos aves de igual color cuidaban de un nido. Se asumieron pareja y así se describió a la especie.
Si los ornitólogos hubieran tenido el permiso necesario para capturar y determinar el sexo de las aves, se hubieran dado cuenta de que se trataba de varios casos de dos hembras compartiendo sus nidos. Investigaciones posteriores revelaron tres características de la especie. Sólo las hembras cuidan a los nidos y los pollos. El número de sitios apropiados para anidación es limitado —sólo anidan en árboles de más de 20 m de altura con exposición sur y a menos de 50 m de una fuente de agua; los pollos son alimentados por larvas acuáticas de insectos. Los machos, insectívoros estrictos, habitan jollas a mayor altura que el piquirrojo y sólo interactúan con las hembras para cortejar y aparearse. Los machos forman arenas (leks) donde presentan su plumaje para atraer a las hembras. A pesar del plumaje colorido y diverso de los machos, se queda el binomio latino de Xanica obscura.
Moralejas. Los llamados nombres comunes de las especies son una mala suplantación de los nombres locales que reflejan el conocimiento local sobre la especie—perdonando la redundancia. Sabemos que los nombres locales de una especie cambien con la región en la que se encuentran, así los debemos dejar por respeto a los habitantes locales y su historia. La asignación de nombres latinos nos da la universalidad necesaria para comunicar, sin ambigüedad entre grupos heterogéneos, la identidad de una especie, haciendo redundante la imposición de “nombres comunes” que no lo son.
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