Wednesday 1 July 2020

Gaia no se venga

Gaia, diosa de la Tierra en la mitología griega fue insuflada con nueva vida cuando James Lovelock escribe el libro epónimo, texto sagrado pero poco leído y menos comprendido por ecologistas, ambientalistas y ecólogos. La hipótesis del libro es que Gaia es un planeta no muy diferente del nuestro, producto de un experimento mental y un modelo computacional. 

En este planeta imaginario la temperatura es regulada por la proporción de margaritas blancas y negras y la cantidad de albedo (luz reflejada al espacio) que producen. La temperatura es regulada por un proceso físico, la luz incidente, y su interacción con un componente biológico, la combinación de margaritas blancas y negras. El planeta que se describe en Gaia funciona como un organismo autorregulable. Este modelo nos ha ayudado a entender los principios de los gases de efecto invernadero en la atmósfera, la circulación global de vientos, corrientes marinas y otros eventos planetarios.

Se trata de una herramientas que nos ayuda a entender una situación compleja mediante una ilustración más simple. Gaia sigue siendo útil para entender los problemas globales, pero no es la  solución a los mismos. Tampoco sirve como demostración inapelable de que nuestro planeta es un organismo consciente y con la capacidad de tomar decisiones para mantener algún equilibrio. Parafraseando a Box, un modelador famoso: todos los modelos están mal, pero algunos modelos son útiles. 

Los eventos naturales de los últimos años, como los incendios en la taiga rusa, los bosques de California o las selvas del Brasil, los huracanes y tifones con vientos de fuerzas extraordinarias, las sequías en el África sub-sahariana, el surgimiento de enfermedades zoonóticas como el ébola, los SARS, el nuevo virus porcino G5 llegan a las primeras planas de periódicos, revistas, la radio y la televisión. No dejan de ser eventos naturales, no necesariamente espontáneos, ni nuevos. Lo que nos asombra es su frecuencia e intensidad. ¿Cuáles son sus causas? Descubrir las razones del surgimiento simultáneo nos ayuda a demistificar a Gaia y apuntar al verdadero culpable.

El nombre de nuestra ley ambiental principal: Ley General del Equilibrio Ecológico y Proteccion al Ambiente, tampoco ayuda a desmitificar a la naturaleza, su ecología o sus procesos. No podemos legislar el equilibrio ecológico, los procesos ecológicos y sus equilibrios son dinámicos y consecuencia de la evolución de la vida en la Tierra. Nuestro planeta ha cambiado mucho, muchísimo, en sus 4 500 millones de años de existencia. Sin legislar el equilibrio debeemos proteger el ambiente para interferir mínimamente con los procesos naturales y garantizar un ambiente sano.

Es común ver, oír o leer que “el calentamiento global, los eventos climáticos extremos, los incendios, el surgimiento de las enfermedades zoonóticas y más son la venganza de Gaia o de la naturaleza contra los daños que le hemos infligido con nuestro desarrollo desenfrenado”, incluso que “la naturaleza restaurará el equilibrio”. La realidad: Gaia no se venga y no nos castiga. Gaia no existe.

La causa, no necesariamente directa, de todos estos eventos naturales es nuestro uso indiscriminado, irreflexivo y no sustentable de los recursos y servicios de la tierra. No hay una consciencia o un ser superior que nos mande un virus para decimarnos. Las razones son menos misteriosas pero no por eso menos fascinantes.

Al igual que los seres vivos, los virus evolucionan, algunas mutaciones les sirven para reproducirse en especies diferentes a las que vivían. En el caso de SARS-Cov-2 creemos que las mutaciones infecciosas a humanos llegaron de los murciélagos través de los pangolines.

Llegamos al virus porque hemos forzado a los que carecen de lo estricto, los desposeídos, los sin tierra, a entrar a la naturaleza a buscar su sustento. Esto los expone a mutaciones vírales que, así llegan para quedarse. No hay magia, no hay venganza, es la desigualdad que nos lleva al abismo que hemos creado.

Los cubrebocas salvan vidas ¡Usa el tuyo!

Además, pido que se encuentre y castigue a los culpables intelectuales y materiales de los asesinatos de Miroslava Breach y Javier Valdéz y del secuestro de los 43 normalistas de Ayotzinapa. ¡Viva la Comisión de la Verdad! Que beba Mexicali, dejemos a Constellation sin agua. Sólo dos años de Gobierno en BC. Apoyo a G Sheridan y H de Mauleón.

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