Saturday, 18 May 2024

El mango de la conservación

 La conservación de áreas naturales no es únicamente un decreto de uso de suelo o una transacción de compra privada para proteger un territorio. Son una series de acciones más complejas, las cuales se entienden mejor si las comparamos con el aroma, el aspecto, el sabor, y la fibra de un mango. Permítanme explicar.


¿Hasta donde deben llegar los esfuerzos de conservación de tierras? La respuesta fácil es asomarse a un mapa, medir el territorio conservado y declarar la tarea cumplida. Es una respuesta simple y objetiva, pero incompleta y fuera de la realidad.


Pintar en un mapa un área de conservación y montar letreros que anuncien sus límites y reglas de uso jamás serán suficientes para conservar un territorio. Si todos los territorios de conservación fueran islas de acceso difícil ni siquiera habría que esforzarnos por mantener sus ecosistemas y procesos biológicos, su inaccesibilidad haría que nuestra huella fuera mínima; las áreas de conservación son atractivas para su uso, productivo o recreativo y son retos diarios y continuos para la conservación. Forzosamente debemos agregar otros ingredientes para obtener la mejor receta de conservación.


El fin de mantener un territorio bajo cualquier esquema de conservación es asegurar que los procesos naturales —ecológicos o biológicos— sucedan con la menor interferencia humana. Nos gusta saber que plantas, animales y todos los otros organismos tienen un “lugar seguro” para llevar a cabo su vida, descansar en la migración, alimentarse, reproducirse o pasar el invierno.


El otro fin y reto de mantener un área bajo conservación es dar a conocer que se ha seleccionado este pequeñísimo pedazo del planeta porque tiene características naturales que lo hacen un buen ejemplo de como han sido y pudieran ser los territorios adyacentes. Estas áreas son un testimonio de nuestra capacidad de modificar el planeta en nuestro beneficio sin olvidarnos de nuestros orígenes biológicos y dependencia del planeta.


A las áreas naturales protegidas hay que protegerlas de nosotros. En México, el presupuesto que la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas otorga a sus áreas no es suficiente para contar con policías en los parques; en las áreas naturales privadas no hay presupuesto que alcance para patrullarlas. La conservación no se logra restringiendo y prohibiendo la entrada a las comunidades y otros usuarios a las áreas menos sensibles para que sepan que se protege y porque. Las áreas núcleo si deben estar restringidas a todos los humanos, con excepciones de investigación o monitoreo restringidas. La mejor solución sigue siendo establecer comités de vigilancia participativa donde personal del área natural protegida, las comunidades circundantes y personas y organizaciones interesadas se encarguen de asegurar la integridad del área, no sólo con fines pecuniarios, también porque cuidar los recursos naturales es asegurar el aprovisionamiento de recursos como agua limpia y alimento, la prevención de inundaciones y otros desastres naturales, y trabajo, como pesquerías, acuicultura y el aprovechamiento de “recursos no maderables” como flores, mariposas, plantas medicinales y hasta ajolotes para prevenir la tos.


Quien se encarga del área natural protegida no vive en aislamiento, es parte de una comunidad. Es con esta comunidad con quien debe establecer alianzas cercanas y a largo plazo para mantener la integridad del área y sus alrededores. Los trabajos comunes deben ir más allá de los confines del área, deben involucrar a la comunidad, deben ayudar a mejorar la calidad de vida y deben mantener o mejorar el ambiente; también deben educar sobre el valor del territorio, sus recursos y sus paisajes, enorgullecerlos de pertenecer a un lugar único e inimitable del planeta.


La conservación es un mango. Atractivo y perfumado por fuera y con una red íntimamente interconectada y viable como un todo por dentro. El hueso es el territorio. Lo que hacemos, creemos y comunicamos, la pulpa que disfrutamos. La fibra y el sabor del mango es el valor intrínseco y agregado del paisaje, los bienes y recursos que nos ofrece el ecosistema como agua y aire limpios y otros recursos aprovechables. En esa fibra están los valores estéticos que inspiran, la recreación, el respeto, la admiración y la contemplación que logramos al estar allí. A la naturaleza le da conectividad de hábitats en un mundo cada vez más fragmentado que sirve tanto a especies migratorias como residentes.

Viviendo nuestra biodiversidad

¿Qué es la biodiversidad? El entender común es que biodiversidad es igual al número de especies en el planeta, un continente, el país o una región mas pequeña y también el número de individuos. Bajo esta definición defender la biodiversidad es igual a proteger especies y mantenerlas vivas en el espacio donde habitan.


La biodiversidad es más que eso, empieza en la huella de vida más pequeña que podemos encontrar (en el suelo o el agua), moléculas de dna, la información genética que da forma y función a la vida, pasando por individuos, especies, biomas (como el desierto o la tundra) y los grandes paisajes.


Para lograr una economía sustentable con los bienes y recursos naturales locales, debemos conocer y entender nuestra biodiversidad. Este conocimiento tiene huecos y barreras que debemos cerrar y superar para su mejor uso sustentable. Para cerrar esos huecos debemos saber que nos falta por conocer y debemos estar preparados para afrontar las sorpresas que el cambio climático traerá. Deberemos adaptarnos a nuevos patrones climáticos y aceptar que nuestro ambiente cambiará, que algunas especies se irán a otro lado o se extinguirán y otras llegarán a vivir al clima al que están adaptadas. 


Nuestras barreras son los pocos canales de comunicación, o, tristemente, la nula comunicación que existe para informar y comprender que hemos cambiado nuestro mundo, que debemos cambiar nuestra forma de vida concordantemente. No todos haremos lo mismo, podemos pintar el paisaje de diferentes colores, pero en la misma dirección.


Para nuestros fines, debemos crear y fortalecer colaboraciones regionales binacionales entre instituciones de investigación, oficinas gubernamentales, asociaciones civiles, tribus, pueblos, comunidades e individuos cuya responsabilidad y preocupación es mantener la biodiversidad.


Para esto debemos definir objetivos comunes mientras mantenemos los de interés propio; debemos crear conocimientos y datos que sea útil a toda persona interesada. Ya que estos conocimientos serán creados con recursos públicos, deben ser accesibles al público. Esta disponibilidad es necesaria para promover la discusión constructiva y evitar problemas de comunicación y errores en la adquisición y el uso del conocimiento.


Para que entendamos y usemos sustentablemente la biodiversidad debemos conocerla mejor. A quienes la estudiamos nos queda la responsabilidad, y gusto, de dar a conocer estos conocimientos y nuestras ignorancias y las consecuencias positivas y negativas de nuestro trabajo.


Para lograr esta comunicación debemos contestar qué debemos hacer para que entendamos que nuestra visión del mundo no es un reflejo verosímil de la realidad del siglo xxi. ¿Cómo incorporamos una nueva visión del mundo a las redes sociales, la comunicación masiva, las currícula de educación y nuevas formas de vida sustentables?


Lograr el uso sustentable de la biodiversidad requiere que tengamos una visión de a donde queremos llegar en los futuros mediano y a largo plazo. ¿Cómo veo nuestro camino a un futuro sustentable?


Las ciudades crecen y las personas que trabajan el campo disminuyen. Las ciudades deben promover el transporte público, la generación local de energía, industrias que promuevan la economía circular y el concepto de basura cero donde los deshechos se reusan, valorizan y reciclan.


Debemos asegurar que quienes trabajan el campo tengan las herramientas, insumos y agua necesarios y paguemos precios justos por sus productos. Dada la crisis permanente de agua que sufrimos, habrá que regar los campos por goteos, con las inversiones de capital que se requiere.


Quiero mayor porosidad en nuestras vidas y fronteras. Me preocupa que en un mundo con abundancia y diversidad de información nos hemos aislado en grupos pequeños de personas e ideologías que no nos permite distinguir entre dogmas, opiniones e información. ¿Cómo abrimos los brazos y la mente para superar estas barreras que limitan nuestras formas de ver la realidad?


El mantenimiento de la biodiversidad regional requiere que en nuestro futuro existan fronteras más porosas. La construcción de la barda fronteriza, tan alabada por Trump y mantenida por todos los presidentes, impide el paso a personas, plantas y animales y agua y vientos necesarios para mantener la biodiversidad. Creemos cruces fronterizos más porosos, con mayor confianza y mejor flujo de vehículos que garantizan una mejor calidad de vida porque nos dan más tiempo para vivir y menos contaminantes.

Reflexiones sobre América Profunda

Fui honrado  con presentar el libro América Profunda. Visiones y convergencias en la oceanografía social del continente, editado por Nemer Narchi y Christine Beitl, publicado por El Colegio de Michoacán. Aquí algunas de mis impresiones e ideas derivadas del libro.


Si Bolivia y Paraguay son los dos países en el continente sin costa, ¿por qué hemos ignorado el estudio del océano y sus habitantes? La mayoría de los humanos vivimos en ciudades en las costas, costas con problemas de pobreza y exclusión de los pueblos marginales. Esto da lugar a una competencia desleal entre usos tradicionales, ancestrales y sustentables contra la libre empresa.


En la Oceanografia Social la adquisición de datos ha cambiado. La investigación cooperativa, como método de investigación, ayuda a la antropología y a los pueblos a resolver problemas e hipótesis de preocupación y acuerdo mutuo. En contraste, en las ciencias naturales en la ciencia ciudadana la donación de datos que los científicos requieren no provee retroalimentación o un reconocimiento.


El libro enfoca la multivocalidad, las voces múltiples. Escuchar lo que otras personas dicen y convertir esas voces en preguntas de investigación y resultados. Con esta premisa para la conformación de las preguntas de investigación, el libro se concentra en dos temas de presentes en las comunidades ribereñas de América Latina: la pesca artesanal y el aprovechamiento de los recursos de los manglares. Los casos tratados en el libro son locales, los problemas y soluciones demuestran su ubicuidad.


La pesca artesanal da trabajo y subsistencia a las comunidades. ¿Quién consume sus productos y quién la regula?¿Cómo compite la pesca artesanal con otros depredadores naturales? ¿Están los consumidores y reguladores conscientes de las peculiaridades de una pesquería? ¿Pagan un precio justo? ¿la regulación refleja las condiciones locales como para mantener la resiliencia del ecosistema? ¿quién regula a los reguladores?


¿Dónde quedan en nuestro imaginario y en la realidad los manglares? Comprenderlos y amarlos es entender la esencia en las interacciones tierra océano y humanos. Destruimos manglares sin pensarlo, aunque sus estructuras sean resilientes a la variación climática y los eventos climáticos extremos, protegiendo vidas e infraestructura. Hemos descubierto en estos ecosistemas el Carbono Azul, un almacén de Carbono que debe ser fuente de vida sustentable para sus dueños y contraria a las presiones desarrollo.


El libro apunta a uno de muchos caminos para las ciencias del siglo xxi. Debemos preocuparnos por quien determina y patrocina que hacea a la investigación relevante o apropiada. Las ciencias en México siempre han dependido de modas y tecnologías más que de necesidades, como ha sido los estudios de camaronicultura intensiva vs. sustentable.


Nuestra necesidades y la curiosidad por resolver problemas existenciales como el origen de la vida y el universo han impulsado a las ciencias. Ahora somos conscientes de que nuestra intervención en experimentos y observaciones afecta los resultados y tiene consecuencias; las ciencias no son absolutamente objetivas. En el siglo xxi las ciencias deben hacer hipótesis y predicciones múltiples que resuelvan los problemas planteados por la multivocalidad, siempre y cuando sean problemas en busca de soluciones y no soluciones buscando problemas que las justifiquen.


El cambio climático no es parcelado, es ubicuo y continuo. Pese a los modelos, tampoco sabemos del mundo que nos depara. Este cambio ha creado en las comunidades costeras retos  para escoger entre ser autosuficientes pero sin ingresos para pagar servicios o exportadoras de bienes y dependientes. La solución  real es un compromiso entre estos futuros.


El libro habla de los alcances y limitaciones de la oceanografía social, también invoca otros retos. Apunta a necesidad de voltear al mar aceptando sus realidades. Es difícil vivir del y con el mar si no estudiamos sus personas, como convivir y subsistir con el, como hacer comercio e industria considerando conflictos de interés, riesgos y vulnerabilidades, sin olvidar las resiliencias ecosistémica y social.


Así como la oceanografía social nos ha llevado a una multivocalidad, debemos desarrollar ciencias que nos ayuden a defender el fondo del mar,  sin voz, pero que será alterado irremediablemente por la minería submarina con consecuencias globales desconocidas pero que podemos adivinar.

¿Ecología en campaña?

 Las campañas electorales corren, las más notorias son las presidenciales, sin olvidar que tendremos que cruzar muchas boletas el 2 de junio. La numeralia del Instituto Nacional Electoral es impresionante, 20 708 cargos a elegir en todo el país. En las elecciones federales, además de elegir a la cabeza del ejecutivo se elegirán 500 diputados y 128 senadores. En los estados habrá competencia por nueve gubernaturas y 1 098 diputaciones estatales. En los municipios se elegirán 14 674 regidurías, 1 975 sindicaturas y 1 802 presidencias municipales. Hay 431 cargos auxiliares, sólo el INE sabe de que está hablando.


En Baja California se disputarán las 25 curules de la asamblea estatal. De estas 17 serán por mayoría relativa en sus distritos electorales y ocho por representación proporcional. En los siete municipios habrá elecciones de presidentes municipales y sus regidores. Por primera vez habrá elecciones municipales en los nuevos municipios de San Felipe y San Quintín.


Ya sabemos que todas las campañas electorales estatales y municipales de Baja California, pasarán desapercibidas. Si nuestra actitud hacia el proceso electoral no cambia, apenas reconoceremos los nombres de quienes contienden por los puestos locales de elección popular, pero podremos reconocer el logo de cada partido y sus alianzas. ¿Conocerémos sus plataformas? No. Seremos abrumados con cantaletas (jingles) en radio y televisión, panfletos y carteles, espectaculares y presencia de abanderados en las calles. El contenido de las campañas no nos dejará comparar y distinguir los programas de partido o persona. La publicidad se centrará mayormente en la elección federal con promesas y compromisos vagos, ocultando aún más a nuestros gobernantes más inmediatos. No sabremos si alguien tiene propuestas de acciones concretas para mejorar nuestra comunidad.


Hay muchos temas nacionales apremiantes y locales que debemos resolver como nación, estado y comunidad pero que serán abordados superficialmente en las campañas electorales. Ni los partidos ni sus candidatos tiene fórmulas mágicas, simples o sin dolor para aliviar los problemas de seguridad, economía, educación o salud. Tampoco están dispuestos a usar como temas de campaña soluciones difíciles pero efectivas para acabar con nuestros problemas.



Pedir y lograr el cambio real no es popular, requiere disciplina y aprendizaje. Si queremos sobrevivir en el planeta debemos cambiar. La transformación actual es retórica y fácil cambiar la actitud no cambia la realidad.


En un mundo, un país y las comunidades donde el cambio climático se presenta no sólo en las noticias de primera plana, sino también en nuestra realidad diaria ¿por qué fallan las campañas políticas en promover el cambio en el estilo de vida para remediar o prevenir el cambio climático y promover nuestra adecuación a sus consecuencias?


Las predicciones climáticas mundiales y los niveles de agua en las presas en todo el país subrayan dos problemas a corto y largo plazo que requieren soluciones: calor y sequía. Estos son problemas que nos aquejan en nuestra vida diaria, y agricultura y ganadería, también afectan a la naturaleza. Los cambios aún no son irreversibles.


Todas las personas en campaña deberían estar promoviendo el uso racional del agua en ciudad y campo. El primero a través de la colecta del agua de lluvia para almacenamiento y uso en los hogares y el segundo por riego por goteo y viveros. En la naturaleza, la reforestación con plantas nativas regula la temperatura ambiente y del suelo, convierte al dióxido de carbono en madera para su almacenamiento a largo plazo y previene la erosión y los deslaves por tormentas y huracanes. 


La mayoría mexicana vive en ciudades. Ofrecer ciudades verdes y sustentables que mejoren nuestra calidad de vida es garantizar votos, es difícil. Convencer a las mafias de transporte público para hacerlo sustentable y atractivo ha sido una lucha que nadie en campaña o gobierno ha querido tomar. Es obligatorio, sin ese cambio las ciudades colapsarán.


Todos estos son temas ajenos a las campañas políticas pero cercanos a nuestra vida y nuestro futuro. Estas prácticas sustentables generan empleos a largo plazo y sustentables. Tal vez no generen mítines, discursos o aplausos, pero si un ambiente más sano para los humanos y la naturaleza. La ecología debe ser uno de los ejes rectores de las campañas y los gobiernos.

Allende la Parroquia

 La lejanía y apertura de nuestros horizontes visuales, auditivos, olfativos, táctiles, de gusto e imaginación nos dicen sino quienes somos, si nos indica hasta donde nos atrevemos a llegar para entender y mejorar nuestro mundo.


Hasta los siglos xix y xx la mayoría de las personas viajaba poco. Muchas pasaban toda su vida en una región, tal vez su villa, su valle e incluso su ciudad. Con la llegada del transporte de masas, primero el ferrocarril, después los automóviles producidos en serie y los aviones de pasajeros comerciales, una porción significativa, pero no mayoritaria de la humanidad puede y viaja a cualquier parte del mundo por negocio, necesidad o placer. Cuando menos sus horizontes en kilómetros viajados son amplios. Quienes migran por razones políticas o económicas entran a otros horizontes que tal vez nunca desearon, pero era el cambio o una muerte casi segura.


Pocas personas salen de su parroquia, el mundo exterior llegaba a sus oídos por los forasteros y sus realidades, cuentos o fantasías eran conformados a través del párroco —parte importante del gobierno local—con una narrativa a favor del dogma eclesiástico y el status quo. Afuera era extraño, intrigante, desconocido y a veces visto como peligroso. Las tierras desconocidas de los mapas antiguos llevaban la leyenda Ibi dracones, aquí hay dragones.


El entorno social ha cambiado, suponemos ubicuos no sólo los medios de transporte masivo, también los medios de comunicación masivos, los que ahora llamamos medios, a exclusión de cualquier otro vehículo de transporte de bienes, personas o ideas. Los medios van desde los menos populares como libros, revistas periódicos y televisión por cable hasta los más populares, cine, radio, televisión abierta, internet y las redes sociales. Por mucho que supongamos y a pesar de los precios accesibles de los “smartphones”, el acceso no es universal. ¿Puede y debe ser universal? La discusión de acceso universal puede quedar para otra ocasión.


En el siglo xxi ampliar nuestros horizontes es más fácil. Decidir ampliarlos o limitarnos es una opción personal, a menos que se viva en aislamiento forzado. Los medios de transporte nos traen comidas, bebidas y otras muestras culturales del resto del mundo. No necesitamos viajar para expandir nuestros horizontes gustativos y olfativos. La música disponible en la radio y en el internet puede satisfacer el gusto, la curiosidad y el oído de cualquiera. El acceso a los medios visuales amplían nuestro horizonte visual.


Todos los medios pueden abrir nuestros horizontes, pero también hay una gran probabilidad que los usemos para que nos cierren el horizonte. Los ejemplos. No aventurarse o atreverse a comidas o bebidas nuevas limita varios de nuestros sentidos y horizontes culturales. Lo mismo podemos decir de la música, el cine, la radio, la televisión o nuestras lecturas —si tenemos esa costumbre.


No todos siempre estamos dispuestos a expandir nuestros horizontes. El temor a lo nuevo, la evasión de lo desconocido es un carácter adaptativo surgido en la evolución que  mantuvo  vivos a nuestros ancestros. Por ese miedo a lo desconocido de unos y el arrojo de otros estamos aquí.


No todos ni siempre es bueno buscar formas de expandir nuestros horizontes y experiencias. No es aconsejable acariciar zorrillos, jugar sin protección con serpientes de cascabel, apostar todos tus bienes, correr con tijeras o manosear armas de fuego cargadas.


En este siglo en el que los medios más importantes e influyentes nos aíslan de otras geografías y otras opiniones, con buena razón los llaman silos. Tal vez sólo trata de noticias locales y nacionales, ignorando que pasa en el resto del mundo, tal vez tiene un punto de vista excluyente y no admite siquiera la existencia de otras formas de ver el mundo y resolver sus problemas. 


En esta época mesiánica, de confianza motivada o desmedida en un agente bienhechor que se espera (dice la RAE), estamos llenos de falsos profetas que nos ofrecen un punto de vista confortable pero intolerante, seguro pero cerrado y fácil pero intransigente. Es fácil caer en mesianismos que no promueven la igualdad de oportunidades y la aceptación de la diferencia como oportunidad de crecimiento mutuo


Deambular por nuevos horizontes nos debe dar una perspectiva más profunda y completa de la vida, pero jamás una experiencia total e incuestionable.