El último reporte de Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) concluye con evidencia innegable (excepto por quienes se rehusan por razones ideológicas o políticas) que el cambio climático es: 1) una realidad y 2) la causa principal es el aumento de la concentración de CO2 y CO, conocidos como gases de efecto invernadero (GEI), en la atmósfera. Este aumento es consecuencia de la quema de combustibles fósiles a partir de la Revolución Industrial en el siglo XIX. La revolución industrial empezó con carbón, pasando por combustoleo, diésel, acabando con gas natural. Todos estos hidrocarburos al quemarse se descomponen en CO2 y CO aumentando la temperatura promedio del planeta.
Las consecuencias del aumento del efecto invernadero no sólo las vemos en las noticias todos los días y a todas horas, también las vivimos. El clima y sus consecuencias han llegado a casos extremos cada vez más seguidos. Los tornados, huracanes o tifones de esta temporada son de las categorías más intensas, causando destrucción de inmuebles, inundaciones y pérdidas de vida.
En otros lados, la falta de lluvia a causado sequías y las hambrunas consecuentes por la falta de producción de granos y ganado. Las presas están debajo del nivel esperado y el agua es racionada. Hay incendios catastróficos en Siberia, China, Canadá, California, Grecia, Alemania, Brasil, etc. Sabía de y esperaba incendios en Canadá y California pero no en los otros sitios; a la mejor son comunes. Ahora todos son más grandes y difíciles de controlar, afectan la vida silvestre, construcciones y vehículos. Hay quienes mueren en el fuego o combatiéndolo.
Nuestra vida no van a cambiar en el futuro por el cambio climático, está cambiando hoy y todos los días.
Para regular los efectos del efecto invernadero tenemos que hacer dos cosas. La más obvia y más complicada es dejar de liberar GEI a la atmósfera. Para eso debemos dejar de usar combustibles fósiles. Al momento todas las economías nacionales, regionales y caseras dependen de los combustibles fósiles. Nos queda un camino largo y sinuoso que debemos transitar para eliminarlos de nuestra vida. Hay un problema casi insuperable, las compañías extractoras de petróleo y productoras de combustibles fósiles son muy poderosas y compran, corrompen y convencen a gobiernos en todo el mundo para que el juego esté cargado a su favor. Ya sabían de las consecuencias nocivas de los GEI y gastaron mucho dinero en negar y ocultar los resultados. Aunque conocen bien los efectos nocivos de los GEI están invirtiendo en energías alternas, siguen obteniendo ganancias de la explotación de combustibles fósiles a expensas del calentamiento global, la destrucción del planeta y los ecosistemas y la pérdida de vidas.
La otra ruta necesaria es disminuir la concentración en la atmósfera de los GEI; tenemos que reabsorber el CO2, el CO de la atmósfera a un sumidero. Se han propuesto varios modelos ingenieriles para bombear GEI a minas y otros lugares profundos. ¿Para qué gastar en tecnología si tenemos la solución natural frente a nosotros? La solución es la fotosíntesis que provee de oxígeno a la atmósfera al romper el CO2 y producir azúcares y otras moléculas que construyen plantas. La creación de madera, el producto vegetal más longevo que conocemos, es la creación de un sumidero. Está formada de celulosa, usada para fabricar papel, y lignina.
Para mantener el carbono capturado como madera hemos diseñado formas de pago para que los dueños de las tierras conserven bosques y selvas tropicales como reservas de carbono. Es ya toda una industria cuidar no sólo que mantengan las selvas, también que no inviertan la paga en la destrucción de selvas y bosques en algún otro lugar. Ya hemos destruido muchas de estas selvas y continuamos. Las selvas de México casi han desaparecido a manos de agricultores, talabosques y ganaderos. La Amazonia sufre el mismo destino, aunque la minería es otra forma común de su destrucción. La reforestación manual nunca es tan eficiente como la regeneración natural, pero ahorra tiempo en la regeneración de bosque y selvas.
Por diseño burocrático y falta de motivación e investigación ecosistemas como los del desierto sonorense y las regiones mediterráneas, donde también se produce tejido leñoso, no han sido investigadas como sumideros de carbono.
Hay que cambiar nuestra forma de vida y repensar cómo vivir. No podemos dejar a banqueros e industriales continuar con sus ganancias en vez de la vida.
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