En
un mundo ideal hasta las enfermedades recibirían el mismo trato,
prestaría igual atención a todas para buscar sus curas y aliviar a
la humanidad de cada padecimiento. El mundo no es ideal y la búsqueda
de la cura de las enfermedades está tan motivada por ideales como el
bien de la humanidad, el juramento Hipocrático y la investigación
científica indiscriminada, como por la búsqueda de prestigio, fama
y pingües ganancias por parte de compañías farmacéuticas
transnacionales. No todas las enfermedades son iguales, unas son mas
iguales que otras.
Hay
un componente histórico melodramático asociado a las enfermedades.
El Romanticismo del siglo XIX asoció a la tuberculosis, entonces
conocida como tisis, con el espíritu creativo y el sufrimiento. La
cura del cáncer ha sido asociada fuertemente a la guerra, como
ilustró Susan Sontag en “La enfermedad y sus metáforas”, un
ensayo escrito después de haber sido diagnosticada y curada de
cáncer de seno. A finales del siglo XX y principios del actual las
alergias son las enfermedades de moda que todo mundo padece y
sobrevive en peor o mejor forma. Mientras que las alergias a los
piquetes de abeja o frutos como cacahuate y almendras pueden ser
mortales, las alergias al polen en primavera son casi una cualidad
de la clase media.
¿Cuáles
son las enfermedades paupérrimas? ¿las enfermedades parias? Este
calificativo no es absoluto ni en geografía ni en tiempo, pero vale
la pena asomarse a unas cuantas enfermedades para descubrir por que
no todas las enfermedades, a pesar de su peligrosidad, son tratadas
de manera igual.
Hace
poco Bill Gates, buscando apoyo para el combate al paludismo.
explicaba que la alopecía, la pérdida patológica del cabello,
recibe mucho mas dinero para investigación de como remediar este
terrible pero no mortal mal de hombres que lo que recibe la
investigación para la prevención y cura del paludismo, enfermedad
tropical mortal. Los hombres blancos del primer mundo están mas
preocupados por su imagen que por la salud de una proporción
importante de humanos expuestos a condiciones insalubres y el riesgo
al paludismo. Hay un margen de ganancia mayor en curar la alopecía
que en prevenir y eliminar el paludismo. La mercadotecnia de la
imagen de un hombre jóven derrota a un problema de salud que se
acrecenterá con el calentamiento global.
Una
enfermedad que en los últimos diez años pasó de estrella a paria
es el SIDA. Es una infección mortal causada por el virus HIV
transmitida a través de fluidos corporales que suprime el sistema
inmune humano. Fué en el primer mundo una enfermedad que sirvió,
indebidamente, para discriminar descarada e innecesariamente contra
la homosexualidad. Pese a su estigma ideológico recibió mucha
atención, grupos internacionales de virólogos en Estados Unidos,
con Robert Gallo y en Francia, con Luc Montagnier, disputaban su
descubrimiento. En la última década la efectividad de los
retrovirales ha disminuido a casi cero el riesgo de transmitir la
infección. Sin embargo la enfermedad no ha desaparecido, pasó de
afectar a estrellas como Magic Johnson de los LA Lakers, a ser
contraída principalmente por trabajadoras sexuales pobres y
usuarios múltiples de agujas para inyección intravenosa de drogas o
estar ampliamente distribuida en muchas naciones en África.
Sudáfrica ha desarrollado campañas preventivas y de distribución
de retrovirales para aliviar la enfermedad. Los parias del mundo
parecen estar condenados a morir olvidados, la ganancia económica es
superior al dolor y el sufrimiento.
Esta
nota está inspirada, pero no basada, en la plática que Jon Cohen,
corresponsal de la revista Science en San Diego, presentó con motivo
del XV aniversario de la gaceta electrónica TODoS@ CICESE en mayo
29, 2014.
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