Tal vez nuestro primera identificación
y contraseña fue en una cuenta de correo electrónico. Ahora, cada
vez mas trámites en el trabajo, los bancos, los sistemas de salud,
las compras por internet desde un alfiler hasta un avión se pueden
hacer a través de la red. Ya también los trámites burocráticos
con Lolita (la Dolores de Hacienda y el servicio de administración
tributaria, SAT).
La conveniencia no es irrestricta, hay
que poseer cuando menos una computadora, una tableta o un teléfono
inteligente y tener alguna forma de acceso a la red para hacer estos
trámites. Debemos agregar que el acceso tiene que ser constante,
pues hay algunos trámites particularmente engorrosos que requieren
de varios pasos y si la red se cae, hemos perdido nuestro tiempo.
En estos días de declaraciones
fiscales nos damos cuenta que este no es el caso de todos los
ciudadanos que quieren cumplir con sus obligaciones fiscales. En mas
de una ocasión he presenciado en las oficinas de SAT a alguna
persona mayor procedente de la muy extensa zona rural de Ensenada que
debe producir espontáneamente un correo electrónico. ¿Cómo
producir o poseer un correo electrónico si en su casa y en su
comunidad probablemente no hay tendido eléctrico? Lo mas cercano que
tienen es un pariente citadino con computadora e internet en casa o
un café internet. Deben acudir a cualquiera de ellos a pedir ayuda
para utilizar una computadora que posee elementos que nos parecen
familiares pero son harto extraños a quienes no los hayan utilizado:
una pantalla que no es de televisión, un teclado silencioso que no
pertenece a una máquina de escribir, un programa que cambia de línea
sin movimiento de un rodillo mecánico para la hoja y un “ratón”
sin cabeza, pero con cola descomunal que sirve para mover un cursor o
una flecha en la pantalla. No hemos mencionado la computadora, una
caja, generalmente negra, con luces y ranuras que bien pudiera tener
un gnomo causando perjuicios o espiando nuestros secretos familiares
y financieros. Lolita espera que estas personas sin conectividad
urbana generen facturas que debe llegar a nuestros correos
electrónicos.
Este es uno de los muchos retos
digitales que debemos sufrir y superar para cumplir con nuestras
obligaciones fiscales, aunque lleguemos en la mejor disposición y
pensando que cuando menos algo de nuestros impuestos cumplirá sólo
con las promesas hechas en el presupuesto de la federación.
Los retos no paran allí, ¿sabe usted
cuantas claves posee en SAT? CIEC, FIEL y un largo etcétera que no
tiene señales de disminuir o simplificarse. Para cada una de ellas
hay que registrar un correo electrónico, que puede ser el mismo
para todas, e inventarse una clave inolvidable pero con reglas
como ser alfanumérica, sin letras que se repitan consecutivamente,
etc. Después de este ejercicio de creatividad improvisada, las
tenemos que guardar en un papel que no debemos perder, o en un
archivo el cual, para nuestra protección, debería tener otra clave
inolvidable pero impredecible, ya que no es bueno que otros puedan
conocer nuestros secretos fiscales.
El último de mis retos, para renovar
la CIEC (Clave de Identificación Electrónica Confidencial
fortalecida, hoy simplemente contraseña) se me pidió respuesta a
una de las tres preguntas para poder recuperar mi contraseña. Aquí
empezaron los problemas, ni tengo un equipo de futból favorito, ni
un perfume favorito y al mencionar mi personaje histórico favorito
pusieron cara de que los visitaba un personaje de cultura
desconocida. ¿Que les importa si mis personajes favoritos llevan
nombres como Parménides, Stockhausen o Juárez?
Lolita siempre será Dolores.
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