John Singer Sargent. Apolo y las 9 musas |
La primera acepción de musitar es hablar en voz baja, susurrar. También cuando musitamos hablamos con nosotros mismos para pensar—casi en voz alta.
Todo momento es bueno para reflexionar sobre nuestro quehacer diario y nuestra satisfacción (o no) con la vida. También hay momentos y lugares para reflexionar sobre nuestro impacto en el mundo. Esta reflexión es impostergable ante la evidencia diaria y directa del cambio climático en nuestra vida.
Las noticias de huracanes cada vez más potentes, incendios incontrolables, sequías extensas, inundaciones devastadoras con las consecuentes pérdidas en vidas humanas, hambrunas, destrucción de ecosistemas y de las contribuciones que estos hacen a nuestro bienestar.
¿Podemos atacar las causas del cambio climático? Mas allá, ¡debemos! Para hacerlo hay que identificar por quién y cómo ha aumentado la concentración de los gases de efecto invernadero (GEI), causa del cambio climático. Los “culpables” son el bióxido de carbono, producto de la quema de combustibles fósiles, el metano, producto de la digestión del ganado y de los cultivos de arroz, y otros más.
Los GEI son esenciales para la vida en el planeta. Sin el efecto invernadero provocado por estos gases, guardando el calor generado por la luz del sol sobre la tierra, impidiendo su escape al espacio, tendríamos temperaturas extremas altas y bajas diarias. Bajo diferentes concentraciones de GEI la vida pudo evolucionar. La concentración de los GEI ha cambiado durante la historia del planeta, así como la temperatura ambiente media. Los cambios en la concentración actual de GEI es consecuencia de una economía basada en la quema de combustibles fósiles. Las grandes petroleras y las industria que dependen de los estos combustibles no cambiarán hasta que se acaben todo el carbón, gas y petróleo aún bajo el suelo.
Smart Water magazine |
Dejemos las musitaciones y busquemos a las Musas para inspirarnos. No tenemos ni debemos esperar que la COP 26 resuelva el calentamiento global y tome todos los pasos correctos para disminuir la concentración de GEI en la atmósfera a niveles que nos lleven a temperaturas globales aceptables. Pueden cambiar leyes, obligar a las industrias petroleras a disminuir la extracción de combustibles fósiles o restringir y regular el uso de combustibles fósiles. Con todo eso, nada puede cambiar.
El único cambio efectivo será el que cada uno de nosotros haga en sus patrones y costumbres. Pudiéramos comprar un auto eléctrico o híbrido, construido a un costo energético muy alto de metales, plásticos y baterías. Podemos ¿debemos? usar transporte público (aunque tiene los mismos costos de producción, pero repartidos entre todos los usuarios). Podemos usar la bicicleta o caminar cuando las distancias lo permitan.
Debemos cambiar nuestro estilo de vida, consumir local, reducir el consumo de carnes rojas (las alimentadas con grano con mayor razón). Podemos restringir la huella de carbono de nuestros viajes, ropas y alimentos.
Debemos entender que todo esto no es disminuir nuestra calidad de vida, sino una forma mínima de promover igualdad, desarrollo sustentable, uso apropiado de los bienes naturales y de mantener los procesos ecológicos y evolutivos. Un deber inspirador al que nos llama la Musa Verde.
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