El
viernes 13 de julio el Dr. Hector Reyes, Investigador Nivel III del
SNI y académico de la Universidad Autónoma de Baja California Sur
presentó en el auditorio Pedro Ripa del CICESE el seminario La
huella de la evolución en la vida diaria. El
seminario se presentó como una oportunidad de conocer la
investigación mas actual sobre el papel de la evolución en el
comportamiento humano. Sin embargo, resultó ser la presentación de
un punto de vista simplista de ejemplos bien escogidos de como
podemos suponer que pudiera o debiera ser un hombre o una mujer, un
negro, un judío o un mexicano en la segunda década del siglo XXI.
El ponente nos presentó una visión de la humanidad digna de un mal
capítulo de documentales de naturaleza o debates de preparatorianos
ignaros, cuando tuvo todas las oportunidades de presentar un
seminario digno de su preparación y de su audiencia.
Si quiso hacer una presentación con tono sarcástico para
evidenciar la simpleza de los argumentos, no demostró las
capacidades histriónicas necesarias para hacerlo. La abundancia de
comentarios y chistes sexistas y racistas no son la mejor ni la única
forma de presentar una visión tan simplista del mundo. Si su
entendimiento de la evolución y la cultura y biología humanas se
ajusta a su presentación y no había sarcasmo en su plática, nos
tiene que preocupar que este tipo de visión simplista se haga pasar
por un trabajo académico serio. Para poder criticar la forma y el
contenido de la plática me voy a permitir suponer que el Dr. Reyes
no es consciente de las limitaciones que hay en su plática. No estoy
acusando al Dr. Reyes de ser un encantador de serpientes o un fraude;
me preocupa que este tipo de presentaciones sigan existiendo por
parte de muchos académicos que confunden un dogma evolucionista
simplista con la discusión académica de los resultados de la
selección natural, la selección sexual y la cultura en los humanos.
Antes de
la aparición de la teoría de evolución por medio de la selección
natural ya existía un debate sobre la naturaleza y, particularmente,
la naturaleza humana. El
debate se puede reducir a dos preguntas con implicaciones
aparentemente inocentes, pero realmente profundas sobre nuestra forma
de ser: ¿Que determina quién y como somos? ¿Nuestra biología o
nuestro entorno? ¿Es la providencia o el trabajo lo que determina
nuestro destino?
Cuando
se toma una actitud en la que la respuesta principal está dada por
la “biología” (o La Providencia), las respuestas a estas
preguntas, aparentemente inocentes tienen consecuencias ideológicas,
sociológicas y políticas importantes, y promueven el clasismo y el
sexismo.
En
realidad ni la biología determina completamente nuestra forma de ser
ni lo aprendido modifica profundamente nuestra biología, pero la
realidad no es un futuro inevitable de nuestro papel social
determinado por nuestra anatomía, nuestro origen étnico o clase
social. Ya desde el siglo XIX, como lo demostró Stephen Jay Gould en
su libro de 1981 The Mismeasure of Man (New
York: W. W. Norton; La falsa medida del hombre, Crítica), el
hombre blanco se esfuerza en probar que EL es el ápice de la
evolución y que todo otro ser humano o de otra especie, está lejos
de su supremacía.
El argumentar, como lo hizo el Dr. Bonilla en el seminario, que la biología prevalece por sobre todas las cosas no solo es simplista, es peligroso. Desafortunadamente el Dr. Bonilla no es el único biólogo que supone que esta es una forma suficiente para entender que somos y hacia donde vamos. Varios biólogos famosos del siglo XX si no lo han hecho abiertamente, si han implicado que la biología, que es el nombre que dan a la influencia (para ellos insuperable) de los genes, es lo que determina la vida y destino de todo organismo. Aquí mencionaré a dos. E.O. Wilson, quien desarrolló la Sociobiología, donde explica el comportamiento de las colonias de hormigas o abejas y el altruismo aparente en estos animales a los que llama eusociales, a través de las relaciones de similitud genética dentro de la colonia. El otro es Richard Dawkins, quien con su libo El Gen Egoísta argumenta convincentemente que todo organismo no es mas que una máquina que porta genes. La propiedad mas importante de los genes es reproducirse y permanecer, aunque para ello sufran cambios a través de la selección natural. De aquí a la explicación del comportamiento humano a través de la genética no se necesitan mas que unos cuantos argumentos creíbles para convencernos de que sólo somos nuestra biología.
El argumentar, como lo hizo el Dr. Bonilla en el seminario, que la biología prevalece por sobre todas las cosas no solo es simplista, es peligroso. Desafortunadamente el Dr. Bonilla no es el único biólogo que supone que esta es una forma suficiente para entender que somos y hacia donde vamos. Varios biólogos famosos del siglo XX si no lo han hecho abiertamente, si han implicado que la biología, que es el nombre que dan a la influencia (para ellos insuperable) de los genes, es lo que determina la vida y destino de todo organismo. Aquí mencionaré a dos. E.O. Wilson, quien desarrolló la Sociobiología, donde explica el comportamiento de las colonias de hormigas o abejas y el altruismo aparente en estos animales a los que llama eusociales, a través de las relaciones de similitud genética dentro de la colonia. El otro es Richard Dawkins, quien con su libo El Gen Egoísta argumenta convincentemente que todo organismo no es mas que una máquina que porta genes. La propiedad mas importante de los genes es reproducirse y permanecer, aunque para ello sufran cambios a través de la selección natural. De aquí a la explicación del comportamiento humano a través de la genética no se necesitan mas que unos cuantos argumentos creíbles para convencernos de que sólo somos nuestra biología.
Aunque ambos científicos siguen argumentado por estas
explicaciones, admiten que los humanos somos capaces de mas. Tal vez
pudieran argumentar por un gen que nos ayude a superar nuestra
biología, pero no parece que alguien les haya hecho esa pregunta.
El
debate de biología vs.
entorno en los humanos
no es una discusión sobre que determina nuestro comportamiento y
nuestra sociedad, es una discusión ideológica que tiene que ser
entendida como tal.
Caer en ese debate simplista, o aún peor,
presentar un lado de este como una verdad es perpetuar sus
consecuencias. Un análisis mas crítico de los malos argumentos
evolutivos presentados por el Dr. Bonilla es una mejor forma de
ilustrar la complejidad de la vida en la tierra y alejarnos de creer
en un futuro fatídico del cual no podemos escapar.
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