Los precios de gasolina dentro y fuera de México son diferentes. En el mercado libre del resto del mundo el petróleo y sus derivados se mueven de acuerdo a la oferta, la demanda y los trucos de Arabia Saudita, el productor principal de petróleo. En México sólo en unos cuantos municipios de la frontera ha cambiado el precio de la gasolina, para hacerla competitiva con los precios al otro lado de la frontera.
Si mal no recuerdo, la política del aumento de los precios de la gasolina, los “gasolinazos” de cada mes de los gobiernos de Calderón Hinojosa y Peña Nieto, se dio para que nuestra gasolina tuviera precios internacionales y no recibiéramos subsidios del gobierno al consumir lo que se ha vuelto un artículo de primera necesidad para el funcionamiento del país. La mayoría del transporte público, todos los taxis y colectivos, una buena parte del transporte de carga y todos los vehículos privados funcionan con gasolina; su precio es inflacionario.

Nuestro gobierno no ha mostrado la menor intención de igualar los precios de la gasolina mexicana con los precios internacionales, ahora que el barril de petróleo ha sufrido una caída estrepitosa y sin probabilidad de recuperación significativa, cuando menos este año. En sentido estricto, el gobierno tiene un excedente de ingreso por gasolina al no bajar los precios a nivel internacional. Pudiera aprovechar ese dinero para explorar energías alternativas que nos lleven a una economía mas sustentable. Por otro lado, si bajara los precios, los mexicanos también tendríamos dinero extra en los bolsillos que impulsaría la economía interna, liberándonos un poco del yugo de dependencia económica. ¿Falta de imaginación o arrogancia y prepotencia gubernamental?
