Desde
antes de la "Declaración
Universal de los Derechos Humanos" en 1948 han existido
conceptos y acciones que protegen a todos de los abusos de poder
tanto del estado como de acciones extrajudiciales. Ahora extendemos
esos abusos de poder a grupos paramilitares y delincuencia
organizada.
También
hemos extendido el concepto de derechos humanos para proteger e
impulsar la diversidad humana: religión,
lenguaje, etnicidad, orientación
sexual, educación,
niñez,
trabajo, capacidades y otras características
que puedan dar lugar a la discriminación
al sentir que los otros por ser diferentes son menos.
Entre
las violaciones a los derechos humanos que más
llenan nuestros medios de información
se encuentran la "privación
de la libertad", eufemismo de secuestro o rapto, asesinatos
generalmente multitudinarios cometidos por grupos paramilitares o
delictivos y trata sexual y abuso de menores. Detrás
de estas violaciones hay una búsqueda
de lucro tanto por los grupos dependientes del estado como por los
que operan independientemente. La vida ajena ya tiene precio.
Nos
debe cusar dolor, consternación
y una ira sana un solo abuso de estos derechos. El que se multiplique
o disminuya la violación
de derechos sólo
significa que se siguen violando, que la discriminación
es parte de la cotidianeidad nacional y que el estado aparece
rebasado por la realidad nacional que el mismo creó.
Hemos
tenido cambios en las constituciones federal y estatales, también
hemos creado comisiones de derechos humanos en ambos ámbitos.
Sin embargo vivimos un estado Mexicano trunco que no observa,
defiende o promueve el respeto a los derechos humanos.
Desde
ésta
triste perspectiva nos deben importar lo mismo los Normalistas
desaparecidos en Iguala que los centroamericanos niños
o adultos que montan La Bestia huyendo de la violencia y en busca de
una vida digna, las muertas de Ciudad Juárez,
los "ajustes de cuentas entre bandas del crimen organizado"
y los menores comprometidos en pornografía
infantil o la desatención
a las víctimas
de huracánes
en Guerrero el año
pasado.
Que
nos importen estas y tantas otras violaciones a los derechos humanos
debe ser más
que un comentario a la noticia, una actitud de que nada cambiará
o un pequeño
conato de ira. Empecemos aceptando que todo acto de discriminación,
conciente o no, puede llegar a la violación
de un derecho. Pasemos a la reflexión
sobre nuestra actitud y nuestros comportamientos y busquemos esos
atisbos o esas acciones de discriminación.
Claro que no es lo mismo un rapto que suponer como hijo del diablo a
todo ateo, pero ambos son actos discriminatorios y ambos tienen
remedios que están
a nuestro alcance.
Ahora
sí,
exijamos y demandemos, no del estado pero si de sus representantes,
muchos de ellos electos por nosotros, que hagan de la igualdad de
oportunidades y la no discriminación
una política
de estado y no una conquista sexenal política
que debe ser aplaudida. El respeto y promoción
de los derechos humanos incluye que se encuentre, juzgue y condene,
con todo derecho y debido proceso a los culpables. Y que las
instituciones que defienden esos derechos pongan a los ciudadanos por
arriba de cualquier gobierno.
No comments:
Post a Comment