Thursday 20 October 2016

Irresponsabilidad adulta

La semana pasada se dio en el ex-casino del Riviera el concurso estatal de la DGETI. La Dirección General de Educación Tecnológica Industrial (DGETI) a través de la participación de estudiantes de los planteles de Cetis y Cbtis, llevaron a cabo en el Salón Riviera la etapa estatal rumbo al XXII Encuentro Nacional de Arte y Cultura 2016 (ENAC2016).

A este concurso se nos invitó a dos compañeros, Jaime Luévano y Mario Salazar y su servidor a participar como jueces técnicos en la categoría de didáctica ambiental. Llenos de curiosidad y preguntas a los concursantes llegamos a la competencia. Nos esperaban sorpresas muy gratas. 

Vimos y disfrutamos y hasta calificamos comics hechos a mano que nos platicaban sobre el desperdicio de papel, un collage que usa materiales plásticos y electrónicos que en vez de ser basura son arte, una página web que compila información sobre la biodiversidad y problemas ambientales, un panfleto sobre el papel de las plantas en el ecosistema. La lista sigue, pero estos son los mas sobresalientes. Los primeros lugares irán a concursar al ENAC 2016; estamos convencidos que tienen buenas posibilidades de ganar. 

Más que nada vimos en los estudiantes la energía responsable, la creatividad y el entendimiento sorprendentemente profundo de los problemas ambientales no sólo de su plantel, también los que van desde su comunidad hasta nivel planetario. Quiero creer que en instituciones de educación media superior y superior en todos lados se da este tipo de consciencia. Estas aparentemente pequeñas acciones cambian no sólo el entorno inmediato, sino la forma de ver al mundo de estos estudiantes que investigan a fondo su vida diaria.  

Es esta vida diaria la que tenemos que cambiar, todos.

Aquí cabría el terriblemente patético llamado a la juventud a que remedie lo que lo adultos hemos hecho mal, que vean adelante y mejoren el mundo. Discurso que cualquier persona joven y todo adulto con consciencia debe rechazar. Es un discurso trillado, es el discurso de alguien que se siente derrotado, el discurso de quien no quiere asumir las responsabilidades y consecuencias de su vida diaria. No debemos los adultos irresponsables pedir a quien apenas empieza a entender la profundidad del asunto que resuelvan nuestros problemas. Lo que se espera de los adultos responsables y conscientes es todo lo contrario. Los adultos responsables deben solucionar problemas para dejar a los jóvenes un mundo en el que puedan vivir con menos preocupaciones, mas seguridad y la capacidad de construir el mundo que quieran. 

Lo responsable también es asegurarnos que esos premios a la creatividad no se queden en premios. Que esos premios se vuelvan vocaciones y empresas. Que los premios ayuden a que su educación no se vea obstaculizada por carencias materiales. Que los premios los preparen a los retos que deben afrontar para crear su mejor mundo posible.

El concurso me recordó que tenemos la labor cotidiana de llegar a la sustentabilidad. Debemos cambiar nuestra vida diaria para minimizar nuestro impacto sobre la naturaleza. No lo podemos eliminar pero podemos asegurar que los recursos lleguen a las generaciones venideras y a la naturaleza. Debemos exigir a nuestros gobernantes, a nuestros empresarios y a nosotros mismos el cambio.

¿Qué podemos hacer, independientemente de nuestra edad y nuestra forma de vida? ¿Qué estamos haciendo para promover y utilizar el transporte público o el uso seguro de la bicicleta en las calles? ¿Estamos promoviendo el uso de automóviles eléctricos en la ciudad o el país? ¿Estamos disminuyendo el uso de papel en la casa, la escuela y la oficina? ¿Estamos reduciendo el uso de artículos desechables? ¿Compramos de pequeños comercios? ¿Consumimos artículos y alimentos locales en la medida de lo posible?

Puedo continuar la lista, pero debe ser mas una reflexión personal y familiar que un recetario a seguir. El mejor mundo del futuro lo creamos todos todos los días. No es la responsabilidad única de los que vienen, pero si es la responsabilidad mayor de quienes vamos a dejar un legado.


A casi dos años de la tragedia de Ayotzinapa seguimos habitando uno de los lugares mas obscuros del sexenio y la historia contemporánea. ¿Servirá de algo que Jan Jarab, el representante de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en México visite a los padres de los 43 Normalistas? ¿Qué debemos hacer para encontrar y juzgar a todos los autores materiales e intelectuales de este crimen de lesa humanidad?

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