Saturday 30 January 2010

¿Quien debe pagar por la innovación?

¿Cual es el papel de un centro de investigación público en el binomio Investigación y Desarrollo por un lado e Innovación por otro? Podemos plantear la pregunta de otra forma, mas cercana a la realidad financiera de estos centros: ¿Cual debe ser el destino de los impuestos dedicados a la investigación? ¿La creación de conocimiento o la creación de productos para la industria y el beneficio monetario de unos cuantos?
Estas preguntas no tienen una respuesta fácil. Muchas universidades en los Estados Unidos dedican una buena parte de su capital a lo que ahora llamamos innovación. Las universidades de California a lo largo de los valles agrícolas se establecieron para apoyar ese sector de la economía, usando principalmente dinero público. MIT produce muchos bienes nuevos, pero también es una gran fuente de conocimiento. Todas ellas generan conocimiento y productos comerciales. Por otro lado, en los Estados Unidos, Canadá, Japón y los países de la Union Europea muchas industrias tienen sus centro de I + D y de innovación. En México la tradición de desarrolar productos nuevos para el mercado es muy pobre. No podemos decir que los nuevos productos de comida chatarra nos ponen al frente de la investigación, desarrollo e innovación industrial.
México tiene una ley que nos obliga a invertir el 1% del PIB en ciencia, y dando así un impulso al desarrollo del país. Hasta ahora este porcentaje sigue siendo una meta inalcanzable. ¿De donde debe salir ese 1%? La industria no ha contribuido significativamente a acercarnos a esa anhelada cifra. Al contrario, en los últimos años ha recibido subsidios de parte del gobierno para investigación, desarrollo e innovación.
Hay otras ideas dominantes de como tendremos un mejor país, como el combate al narcotráfico. Así que los recursos fiscales que pudieran dedicarse a la investigació compiten contra otras prioridades del gobierno.
Asumiendo que puede y debe lograrse un equilibrio entre la responsabilidad social de la investigación y las necesidades de la industria de la innovación para que estas sean motor del desarrollo en México, podemos preguntarnos cómo, donde y cuanto debe invertirse en este binomio.
No tengo problemas que tanto los recursos fiscales, como el dinero de Asociaciones Civiles o de la industria privada se dedique a la investigación, todo este dinero se convertirá en conocimiento y cultura y puede resolver algunos problemas sociales o ambientales,;nos puede ayudar a predecir el cambio climático, comprender mejor la corteza terrestre, seguir a los fotones en su desplazamiento a través de un cristal, etc.
La innovación es harina de otro costal. En este caso se busca el desarrollo y la implementacion de procesos industriales nuevos o la comercialización de productos nuevos en el mercado. Sin duda la prioridad de las innovaciones es la ganancia, el beneficio social, en forma de empleos o mejores productos, se deriva de que haya una ganancia.
Parece razonable asumir que la mayor responsabilidad de los costos de innovación debe surgir de la industria que la requiere. Este no es el caso. El CONACyT ha creado figuras como los fondos mixtos en los que permite a la industria compartir los costos y los riesgos, pero no se si las ganancias, de la innovación.
Los recursos fiscales para la investigación son cada vez mas competidos y menores, el aporte de la sociedad civil a este rubro es limitada y no existe una tradición de la industria para invertir en esta forma de generar conocimiento.
Para cumplir con las obligaciones que impone la nueva ley de Centros Públicos de Investigación estos deben buscar recursos fiscales y de otros orígenes. La nueva forma de allegarse recursos es la innovación. Los centros de investigación tendrán que ajustarse a esta nueva forma de vida. Si el CICESE ha de sobrevivir habrá investigación y también innovación; habrá cambios en la forma de trabajar y en la actitud hacia el trabajo; habrá quien pueda y deba ajustarse a estos cambios; habrá quien pueda sobrevivir como científico con el trabajo que ha hecho y podrá seguir haciendo; habrá quien pierda el rumbo. También es posible que haya diferencias significativas en los ingresos de los científicos y los innovadores.
Mientras no exista una política mexicana de la ciencia consensada por la sociedad, seguiremos cayendo en futuros inciertos no sólo para los centros de investigación sino para el desarrollo mismo de la ciencia en México.

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