Wednesday 5 August 2015

Entre Guerras

Reflexiones en un vuelo, apretado entre dos ex-combatientes. Uno de mis acompañantes estuvo en Viet-Nam y es experto en armas nucleares. El otro trabaja para la fuerza aérea como ingeniero de sistemas y ha estado en bases en Europa, Asia y Norteamérica.

Es común que en los Estados Unidos nos encontremos con algún veterano de guerra. Ya quedan vivos unos cuantos de la Primera Guerra, quedan pocos de la Segunda, pero no es difícil encontrarse con veteranos de las guerras de Corea, Viet-Nam, Afganistán o el Golfo Pérsico. No podemos olvidar las invasiones a Jamaica o Panamá.

La guerra y la industria bélica son parte de la economía y la vida de los Estados Unidos. La mayoría de los ciudadanos de este país no se pueden concebir sin su espíritu bélico; muchos de ellos dependen directa o indirectamente del esfuerzo bélico-industrial. 

La forma de pensar de combatientes y excombatientes está bien alineada con su actividad bélica. Los esfuerzos de paz, compromiso y conciliación son vistos como debilidad del gobierno y falta a los principios cristianos de liderazgo.

El experto militar en armas nucleares, quien ha limpiado catástrofes nucleares en los Estados Unidos que sólo Chernobyl y Fukushima les han quitado cámara, tiene opiniones definitivas sobre el tratado de Irán con Estados Unidos y otras potencias nucleares. El tratado limita y permite vigilar las instalaciones nucleares iraníes para impedir o retrasar la construcción de un arma nuclear. Para nuestro amigo experto el tratado entrega demasiado a Irán; el espera que Israel nos salve tomando acciones concretas. Esto quiere decir que el espera que Israel bombardee las instalaciones nucleares iraníes, sin que haya ninguna represalia por parte da nadie; esto mantendrá la paz. Una mentalidad de la guerra fría que no se ajusta a la realidad de nuestro siglo donde los problemas ambientales son mas inmediatos que los riesgos nucleares.

Para mis dos acompañantes y muchos mas la destrucción de instalaciones enemigas, la construcción de inmuebles para la guerra, la proliferación y el mantenimiento de las artes de guerra son parte de la vida diaria y el sustento de muchas familias estadounidenses. Es casi una ofensa hablar mal de la guerra, hasta los pacifistas tienen que admitir el sacrificio que han hecho millones de hombres y mujeres en los campos de batalla, cada vez mas desiguales tecnológicamente.

No debe de sorprendernos que Donald Trump, aspirante Republicano a la presidencia de los Estados Unidos encuentre eco entre un número significativo de ciudadanos que votan mas con un sentido patriótico bélico que aquellos que buscan una mejor relación mas equitativa con el mundo.


Diez meses de la desaparición de los Cuarenta y Tres normalistas de Ayotzinapa. La generación de este año ya se graduó, con pena pero sin gloria. La vida en la escuela continua, pero las ausencias se sienten. La presencia y exigencias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) no parece amedrentar a la PGR o al ejército, que duda en permitir la entrevista de soldados involucrados. Este crimen no debe quedar impune.

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