Thursday 4 December 2014

Ayotzinapan, paro o sigo

Los Cuarenta y Tres desaparecidos de Ayotzinapa han conmovido a México y al mundo. La conmoción no es por lo extraordinario del caso, sino por que esta fue la gota que derramó el vaso de la apatía mexicana; apatía más famosa dentro que fuera del país. Esta apatía se ha transformado en acciones mayormente puntuales y atomizadas, aunque el movimiento global del 20 de noviembre ha sido un gran paso en la consolidación de la solidaridad mexicana, perdida en la hecatombe creada por los gobiernos de todo nivel en México.

La entrevista, la crítica y el análisis en medios de comunicación juegan un papel importante para mantener esta crisis en la conciencia nacional. Las marchas, protestas, opiniones y los actos vandálicos son formas de presión hacia las autoridades. Todas estás acciones seguirán hasta que aparezcan los 43. O tal vez más allá. Proseguirán hasta que se aclaren todos los asesinatos y desapariciones digamos que de 1968 a 2014. 

Es descaradamente obvio que el Gobierno, el ejércitos y las Procuradurías no están haciendo ni lo suficiente ni lo necesario para buscar y encontrar a los desaparecidos y, mas allá de eso, llevar ante los juzgados a los culpables para que reciban su castigo por crímenes de lesa humanidad. 

¿Son todas nuestras formas de protesta suficientes para presionar a los gobiernos a la acción? No sé y no es un tema que voy a considerar aquí. Me importa más hasta donde pueden llegar nuestras acciones y que forma pueden tomar. 

Los paros son un alto al trabajo, la productividad y la creatividad. Una acción que se convierte en inacción. Generalmente se ven acompañados de botes y reparto de boletines informativos. Muchas veces transeúntes y conductores se sienten amendentrados, injustificadamente por estas acciones. Es necesario informar y mantenerse informado cuando los medios que permean nuestra vida ignoran las consecuencias de la Guerra Silenciosa. 

Los paros, ¿serán reflejo inconsciente de nuestra incapacidad de cambiar fácilmente nuestra realidad? ¿serán una buena excusa para que los dueños de la Guerra Silenciosa nos acusen de apáticos e improductivos? ¿serán estas inacciones bienintencionadas contraproducentes?

Convocar a un paro toma tiempo y labor de convencimiento de aquellos que aunque solidarios con la causa, sienten que tienen responsabilidades inamovibles e impostergables. O tal vez los demás sientan lo mismo que yo. Siento que si nos vamos a tomar el tiempo y el esfuerzo de organizar una protesta para presionar, ¿por qué no convertirlo en una acción que promueva la solidaridad de otra forma? ¿por qué no crear canales de comunicación entre ciudadanos para mejorar nuestro conocimiento de la realidad mexicana?

En el siglo pasado se inventaron o reinventaron acciones de protesta que llevan a la solidaridad y a la educación de todos. Bien podemos en las instituciones académicas abrir nuestras puertas para demostrar nuestro trabajo,  bien podemos salir a la plaza a dar clases, solidarizándonos con el derecho a la educación y el conocimiento que todos tienen.. 


Sigo, no paro. 

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