Seguimos sin encontrar a los Cuarenta y Tres normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala el pasado 26 de septiembre. Las autoridades que los buscan dan palos de ciego a pesar de que Miguel Ángel Osorio Chong, el Secretario de Gobernación nos reporta que se les ha buscado en más de cien puntos. No es fácil esconder a 43 jóvenes inquietos llenos de vida e ilusiones. ¿Habrán sido víctimas de una leva que los obligará a formar parte de los mismos ejércitos irregulares que los secuestraron?
¿Son tan ineptos los servicios de inteligencia del estado mexicano que no tienen la menor idea de donde comenzar? ¿No han podido penetrar las redes de narcotraficantes? Difícil de creer. Fuimos testigos indirectos del trabajo coordinado entre autoridades municipales que entregaron a los normalistas al crímen organizado. Hay vínculos orgánicos entre estos poderes.
¿Por qué no existe una pesquiza nacional? ¿Dónde están las recompensas tentadoras para animar a informantes? ¿Donde está el teléfono 1-800 para denuncias anónimas? ¿Dónde están todas las otras estrategias para generar pistas para la investigación, y preocupación y temor a los secuestradores? ¿Por que el Secretario de Educación, Emilio Chuayfett Chemor, no les ha pedido a los millones de normalistas repartidos en el país a que se incorporen a la búsqueda de sus futuros colegas?
¿En donde están los 43 normalistas? ¿En donde están los tantos otros desaparecidos en México desde 1968? (Rosario Ibarra de Piedra sigue buscando a su hijo desaparecidos en 1974). Los padres de Ayotzinapa fueron a buscar a sus niños a Los Pinos. No los encontraron allí, ni siquiera encontraron respuestas satisfactorias a sus preguntas y temores o garantías de una pesquiza intensiva y exhaustiva.
Las desapariciones forzadas no son exclusivas a México, no es pretexto para tolerarlas o aceptarlas como cotidianas o el precio necesario para garantizar la inversión extranjera y el bienestar de todo mexicano. La desaparición de los normalistas se parece al secuestro por Boko Haram de 200 internadas, ellos y ellas estudiantes desaparecidos por disentir del poder. Nunca sabremos de donde están y que hacen. Lo único que sabemos es que hay una guerra obscura contra civiles jóvenes e indefensos que las fuerzas regulares consideran indefendibles.
Hay muchos temas que abordar aquí: la conservación de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos, el calentamiento global y sus remedios, el placer de literatura o los devaneos cinéfilos. Surgirán más temas e inquietudes y todos serán comentados. Sin embargo, estamos en un momento y ante una circunstancia excepcional que ha llevado a México al límite de su tolerancia, la desaparición forzada de Cuarenta y Tres mexicanos inocentes.
Profanos y Extraños seguirá abordando el tema de los desaparecidos de Ayotzinapa, y tantos más, hasta que los Normalistas aparezcan y sus familias queden satisfechas con la investigación. Desde aquí sólo podemos recordar a todos aquellos con poder político que no les perdonamos el descuido que muestran contra el ciudadano común y que la aparición de los Normalistas es sólo el primer paso a un gobierno de mexicanos para mexicanos.
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